En Georgia, la visita de una delegación parlamentaria rusa generó malestar entre la ciudadanía. Hubo protestas, heridos y la apertura de una vieja herida que no puede cicatrizar.
Por Deutsche Welle
Una protesta política se convirtió, en cosa de horas, en un acto violento en el que miles de personas intentaron asaltar el Parlamento. La policía pareció superada por los hechos y reaccionó lanzando gases lacrimógenos y disparando balas de goma. Hubo cientos de heridos, entre ellos periodistas. Las imágenes de los rostros salpicados con sangre dieron la vuelta al mundo. El presidente y el jefe de Gobierno interrumpieron sus viajes al extranjero. En Georgia, este viernes 21 de junio una crisis parece haber surgido de la nada, poniendo nuevamente en el centro de la noticia la tensa relación con Rusia.
Acercamiento de la ortodoxia
El desencadenante de lo sucedido fue la visita de un grupo parlamentario ruso a la capital de Georgia, Tiflis, un evento extraordinario en sí mismo. Desde la guerra ruso-georgiana de agosto de 2008, la república caucásica no tiene relaciones diplomáticas con Moscú y los contactos a nivel político son raros. La guerra concretó, con ayuda rusa, la secesión de las provincias georgianas de Abjasia y Osetia del Sur. Después de ello, las diatribas del entonces presidente Mijail Saakashvili se centraron en Moscú.
La retórica virulenta desde Tiflis cedió en 2013 tras la salida de Saakashvili, lo que llevó a un tímido acercamiento con Rusia, especialmente a nivel económico, con exportaciones de frutas y verduras desde Georgia. También el número de turistas rusos se incrementó en las atracciones georgianas. Y poco más.
Ahora, el intento ruso de promover un acercamiento a nivel religioso-político corre el riesgo de fracasar estrepitosamente. Un pequeño grupo parlamentario viajó desde Moscú a Tiflis para asistir a una reunión de la llamada Asamblea Interparlamentaria de la Ortodoxia. La asociación, hasta hace poco casi desconocida, existe desde comienzos de la década de 1990, con Grecia y Rusia jugando un papel preponderante en ella. El presidente es Serguei Gavrilov, parlamentario de la Duma rusa y miembro del Partido Comunista.
La oposición incrementa la presión
La oposición georgiana ya protestó antes de la visita, pues Gavrilov viajó varias veces a Abjasia y a Osetia del Sur, a los que Moscú reconoció como estados independientes y los protege con su Ejército.
La reunión de los políticos ortodoxos en Tiflis tuvo lugar en el salón plenario del Parlamento de Georgia, donde se generó un momento especialmente delicado: Gavrilov se sentó en el puesto del presidente del Parlamento, lo que generó el malestar de los políticos opositores, que luego movilizaron a los ciudadanos en las calles. Gavrilov y sus colegas debieron huir de Georgia. Una vez en Moscú, dieron declaraciones y hablaron de una “provocación rusófoba”.
La oposición georgiana quiere que las protestas callejeras sigan y exigieron las renuncias del presidente del Parlamento, el ministro del Interior y el Jefe de Inteligencia. Ya el jefe del Congreso dio un paso al costado, al igual que el diputado que organizó el polémico encuentro.
Saakashvili apoya las protestas
Stefan Meister, director de la oficina del Cáucaso de la Fundación Heinrich Böll, cercana a a Los Verdes, asegura que hay razones internas, pero también externas, que explican las protestas. Por lo pronto, se puede ver cuán fuertemente el tema “Rusia” polariza y conmociona a la sociedad georgiana. “Lo que acá se intentó fue, a través de la Iglesia Ortodoxa, influir en Georgia”, afirma Meister a DW. Hasta el momento, la iglesia se había mantenido alejada de los temas políticos en el país.
Pero dice Meister que también es un conflicto entre el partido gobernante, Sueño de Georgia, y las fuerzas opositoras lideradas por el expresidente Saakashvili, que recientemente perdieron las parlamentarias y las presidenciales. Él mismo fue expatriado y condenado por abuso de poder. El político, de 51 años, vive en el exilio en Ucrania y azuza desde allí las protestas con mensajes a través de las redes sociales. El expresidente georgiano dijo a DW que lo que ocurre en su país es una “revuelta” y profetizó la “caída del régimen” en Tiflis.
Es muy probable que el conflicto interno se agudice en Georgia de cara a las elecciones parlamentarias de 2020, dice Stefan Meister. Incluso algunos observadores han asegurado que no sería raro que hubiera elecciones anticipadas.