El rebusque en manos de venezolanos

El rebusque en manos de venezolanos

nezolanos tienen a más de dos personas a su cargo / Foto: Mario Caicedo / La Opinión

 

Cuidar carros frente a un colegio de Cúcuta fue la única alternativa que encontró Jesús Alberto Portillo, después de varios intentos de buscar empleo formal en Cúcuta y ser rechazado por no tener papeles. Así lo reseña laopinion.com.co

Por Katherine Villamizar

Portillo viene de Venezuela, como las 167.957 personas que, según Migración Colombia, se han quedado en Norte de Santander.

En 2017 decidió irse de su país, y a pesar de que siempre venía como un turista y comprador, acoplarse a la vida colombiana no fue tan fácil

“Acá me estoy ganando a las personas personas con educación y respeto, pues otros venezolanos cometieron muchos errores y por eso había cierta discriminación hacia nosotros”, agregó.

Hoy, su título de ingeniero de sistemas está engavetado y no le sirvió para librarse del rebusque, que aunque no lo hace sentir cómodo, le ha servido para obtener su sustento diario.

“Estoy trabajando en algo que no me gusta, porque yo estudié y sé que del otro lado, el del estudio, es mejor la situación”, dijo.

Los ingresos por cuidar carros varían, algunas veces logra llevarse hasta $30.000 al día, pero ahora, por las vacaciones, no alcanza ni a los $15.000.

“Hay que idearse cómo ahorrar el dinero, primero pagar $7.000 diarios de arriendo y luego comprar lo de comer”, dijo.

Portillo es consciente de que la situación de informalidad de Cúcuta y el área metropolitana para los mismos cucuteños, es crítica.

“Acá en Colombia hay que aprovechar cada momento, porque uno entiende que los cucuteños también están pasando una situación fuerte”, agregó.

Todos los días, por las calles de Cúcuta, es común encontrar venezolanos en diversas actividades del rebusque.

Lavaderos de carros, salones de belleza, barberías, gimnasios, y la calle en general, se han convertido en receptores de la población venezolana.

Yesenia Hernández vende agua y gaseosas en la Diagonal Santander, tiene 3 hijos de 13, 10 y 7 años, a quienes dejó en su país natal, y a los que no ha podido ver desde hace más de cuatro meses.

Su promedio de ganancias está entre $20.000 en un día “flojo”, y $40.000 cuando le va bien; sin embargo, de este dinero no puede ahorrar nada, pues se le va en hospedaje y la alimentación del día para ella y su esposo.

De acuerdo con un estudio realizado por la Banca de las Oportunidades y WOCCU Colombia, el ingreso mensual de los venezolanos que trabajan en la informalidad en las zonas de frontera es de entre $0 y $150.000, similar a su ponderación de gastos.

Estos ingresos estarían cercanos al indicador de pobreza extrema medido por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), cuando la inversión para la canasta básica no supera los $117.605 al mes.

Freddy Castro, director de la Banca de las Oportunidades, explicó que 53,8% de los inmigrantes venezolanos encuestados desarrolla una actividad económica independiente, que no se distingue de lo formal o informal.

Sin embargo, en lo que no existe duda, es que los independientes, que no cuentan con el Permiso Especial de Permanencia (PEP), no pueden acceder a servicios básicos como salud, por lo que “terminan viviendo una situación de vulnerabilidad económica”.

Además, señala que más del 80% de estos venezolanos tienen a más de dos personas a su cargo.

Sin cifras concretas

Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, explicó que todavía es muy temprano para medir los efectos de la llegada de venezolanos al mercado laboral colombiano.

La principal razón es porque esta población está llegando a los sectores de la economía informal y es ahí donde está encontrando un nicho.

Respecto a la lógica formal de trabajo, Rodríguez explicó que es muy difícil para muchos de ellos porque la documentación no les permite trabajar.

“Incluso el PEP, que les daría la posibilidad de trabajar regularmente, tiene una serie de efectos porque muchos bancos, por ejemplo, no permitían la inscripción de este documento para la dinámica de cuentas de ahorro y si no se tenían cuentas de ahorro, no se podían girar los pagos”, dijo.

El experto señala que para medir el impacto en el mercado laboral colombiano habría que empezar a medir sobre todo la dinámica de mercados no formales.

Sin embargo, por el tipo de labor, lo que se haga o se mida está muy por debajo de lo que realmente puede ser el fenómeno.

“En ese orden de ideas lo que se tiene sobre ese tema son solo proyecciones, pero ninguna cifra concreta y real, como tampoco se tienen cifras reales sobre la posibilidad de inserción de esa comunidad hasta que no tengan esa documentación requerida”, dijo.

No todo es malo

Rodríguez explicó que las transferencias de conocimiento desde Venezuela ya se están viendo, incluso en el solo de hecho de hacer negocios y abordar los problemas.

Esto ha dado lugar a que algunos negocios en Colombia se transformen.

“Un ejemplo más palpable sería el de las droguerías, que pasaron de ser sitios de expendio de medicamentos a convertirse en superficies comerciales donde se consiguen diferentes productos; eso es gracias a la llegada de venezolanos, el concepto de farmacia de Farmatodo que ha transformado parte de estos negocios”, dijo.

El experto señaló que el impacto positivo también se ha visto en otros sectores.

“En varias zonas de Colombia ha aumentado la oferta gastronómica, la industria y la dinámica de las lógicas culturales, mercados que en Venezuela estaban más desarrollados y que cuando llegaron a Colombia los han dinamizado”, dijo.

Esta transferencia de conocimiento es valiosa y va a ser fundamental en el mediano y largo plazo si Colombia absorbe esos saberes y aprende a utilizarlos.

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