Los pupitres y escritorios se quedan vacíos en las aulas de las universidades nacionales. La matrícula estudiantil y la relación del personal académico son números que mes a mes pierden dígitos. El asfixie presupuestario que se instaló en las universidades como una política pública desde 2007, deja morir de mengua a la academia. Una agonía que las vacía de su principal capital: profesores y estudiantes.
Por Carmen Victoria Inojosa / Crónica Uno
Para Tulio Ramírez, profesor universitario y doctor en Educación, los salarios de los profesores en las universidades no permiten asumir la docencia como una forma de vivir dignamente. El Vicerrectorado Administrativo de la UCV hizo en abril un cálculo de las tablas salariales en dólares. Ni siquiera un docente titular, con doctorado y a dedicación exclusiva, percibe más de 20 dólares al mes.
En los últimos 5 años los docentes no han superado la brecha de cobrar más de 5 salarios mínimos. Los gremios de profesores califican esta situación de “el periodo de salarios más bajos de la historia universitaria”. Hasta 22,36 salarios llegó a recibir en 1978 un profesor titular, mientras que un instructor alcanzó los 10,84.
Alfredo Marcano, coordinador del Vicerrectorado Administrativo, tiene 30 años de servicio en la universidad y recuerda que el salario de entrada de un profesor instructor —primer escalafón— llegó a ser 1000 dólares. Siendo estudiante y preparador, su beca fueron 100 dólares.
Pero no solo han vivido 10 años en total desalarización, también quedaron rezagados con respecto a la discusión de la IV contratación colectiva. “Dependemos de aumentos unilaterales, no hay posibilidad de discutir el salario las federaciones y gremios con el patrono”, dijo Tulio Olmos, de la Asociación de Profesores Universitarios de la UCV.
El abandono de las aulas por parte de los docentes es desgarrador. En los últimos cinco años han renunciado 2018 profesores de la UCV, si se sentaran en el Aula Magna la llenarían casi en su totalidad. Los picos más altos han sido 2015 y 2016, cuando en cada año se registraron más de 400 renuncias.
La UCV cuenta con una nómina de 22.000 trabajadores, más de 50 % corresponde a personal jubilado. Marcano destaca que hay “importantes renuncias en todos los sectores laborales sin contar los permisos no remunerados”.
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