Se reinicia la negociación en Barbados en un ambiente de acentuación de la represión como recurso último del régimen para reoxigenar su perversa estrategia política.
Con variaciones de forma y contenidos ajustados a las circunstancias, la estrategia del Pranato sigue siendo la misma: dividir para vencer.
En ese marco se inscribe la última escalada represiva publicitada por Jorge Rodríguez. El discípulo de Chirinos nos ha presentado una nueva olla en la cual involucra a dos de los escoltas de Juan Guaidó, confesando mondos y lirondos haber “sustraído” un par de fusiles de la AN. Armamento obtenido para supuestamente ser utilizado en el “golpe de Estado” del 30 de abril, cuyos portadores fueron detenidos cuando presuntamente intentaban venderlos por unos miles de dólares.
No obstante, el émulo de Chirinos en su manipulación pasó desapercibido que todo el mundo sabe que a este régimen criminal, cuyas víctimas de la represión se cuentan por miles y también sus mentiras, nada le cuesta poner a “confesar” lo que se le antoje a cualquier detenido común con solo recordarle a sus rehos que corren el riesgo de morir como el capitán Acosta Arévalo.
Aspira el vocero del Pranato ponerle argumentos al radicalismo delirante, para que continúe atacando a Guaidó y a la Asamblea Nacional y con ello debilitar la Unidad democrática. ¡Dividirnos! Al tiempo de golpear el entorno de Guaidó para presentarlo como una suerte de leproso al cual todo el mundo lo piense a la hora de colaborar con él directamente e intentar despertar una indignación tal en la Unidad democrática que la lleve a abandonar el espinoso camino de Barbados. Así de simple.
El crío de Chirinos conoce muy bien el efecto desmotivador de esas tretas en los sectores radicales de la población y las emplea sin escrúpulo alguno. Sabe que de un momento a otro habrá un despertar de la movilización ciudadana en Caracas y tanto él como el Pranato en su conjunto le temen a eso más que a nada.