Simón Calzadilla: La lección de República Dominicana y su relación con Noruega

Simón Calzadilla: La lección de República Dominicana y su relación con Noruega

Calzadilla
Foto: Cortesía

 

El régimen que encabeza Maduro, tiene bien ganada la fama de ser estafadores del diálogo. No existe sobre ellos ninguna credibilidad, sus antecedentes y actuaciones en los diferentes escenarios de diálogos en el pasado evidencian que no tienen palabra, ni respetan acuerdos de ningún tipo. Que su método preferido es la mentira y la manipulación, según; con el propósito de “tomar oxígeno”, y es precisamente este último argumento el que más utilizan los que con justos temores se oponen a que participemos en la iniciativa de negociación del gobierno de Noruega.

La pregunta que debemos hacernos todos los venezolanos no es: ¿si creemos en una negociación con el régimen? La interrogante correcta es: ¿nos conviene asistir a la invitación del gobierno de Noruega?





El antecedente más reciente de diálogo es el de República Dominicana (RD), en esa oportunidad muchos opinaban igual, que no deberíamos haber ido, porque le dábamos “oxígeno” al régimen.

Analicemos un poco ese proceso en el cual estuve presente. En primer lugar debemos recordar que la comunidad internacional que hoy nos apoya nos solicitaba participar en esa instancia, – en este punto quiero resaltar que el de Oslo, ahora Barbados, también cuenta con el respaldo de la UE e importantes aleados de América – también en esos momentos insistimos en que no firmaríamos ningún acuerdo si no representaba una solución real a la crisis de nuestro país. Los hechos reafirmaron lo que todos imaginábamos que haría el régimen: engañar, manipular y destrozar al final, la posibilidad de construir una propuesta consensuada. Mantenían firmemente en ese momento, como quizás ahora, su decisión de permanecer en el poder “como sea”. Resultado; nosotros no firmamos y el gobierno unilateralmente convocó un proceso electoral a espalda de las exigencias de la comunidad internacional. Consecuencias inmediatas: democracias de América y resto del mundo rechazaron la convocatoria de ese proceso electoral. El gobierno de República Dominicana que antes del diálogo votaba en la OEA a favor del régimen, en la sesión siguiente de esa instancia continental donde se rechazó la convocatoria de esas elecciones, votó en contra de Maduro, y en todas las demás iniciativas ha seguido respaldando la lucha por la reconquista de la democracia en nuestro país.

Lo ocurrido en RD también creó las condiciones para que el 21 de Mayo de 2018, un día después de perpetrarse el fraude electoral, el presidente de la AN de aquel momento diputado Omar Barboza declarara que: “…ese proceso electoral no era válido, por lo cual, Nicolás Maduro solo era legítimo hasta el 10 de enero de 2019, y a partir de esa fecha estaría usurpando la Presidencia de la República”, – por cierto, vale recordar, que por esa visionaria declaración muchos atacaron al diputado Barbosa, porque según le estaba dando ‘oxígeno y legitimidad’ a Nicolás hasta el 10 de enero de 2019 – seguidamente y como consecuencia de todo lo anterior más de 50 gobiernos del mundo desconocieron ese proceso electoral.

Creo que no hace falta describir lo que aconteció el 10 de enero cuando fue desconocida la juramentación de Nicolás, y luego el 23 del mismo mes cuando nace políticamente e institucionalmente la presidencia encargada del diputado Juan Guaidó, con el respaldo hasta el día de hoy de más de 60 respetables e importantes democracias del mundo. Los invito a estas alturas del análisis a que realicemos un ejercicio de imaginación e intentemos proyectar en el pasado, que hubiese sucedido si despreciando las recomendaciones de la comunidad internacional, le hubiésemos hecho caso a los paisanos que aconsejaban no ir a RD.

También les invito a responderse quiénes en el mediano plazo se fortalecieron y quiénes siguen debilitándose a partir de todos los eventos que se desencadenaron desde el fracasado diálogo de República Dominicana. Si ganar “oxígeno” lo interpretamos como un proceso de fortalecimiento: al mejorar la unidad interna, aumentar el respaldo internacional y fracturar al adversario, sin duda alguna los oxigenados fuimos las fuerzas de la oposición; con una AN cohesionada y reconocida a lo interno e internacionalmente, más un líder institucional que no teníamos como Juan Guaidó, entre otros importantes factores cualitativos que han configurado unas condiciones más propicias para derrotar al régimen.

Volvemos a la pregunta medular que nos ocupa ¿nos conviene asistir a la negociación promovida por Noruega? A mis queridos hermanos les agrego otra pregunta ¿qué tenemos que perder por asistir? es que ni siquiera tenemos en ese proceso que ofrecer la salida política a la crisis, más bien nos toca acompañar a la UE y el Gobierno de Noruega en el objetivo planteado por ellos, y que no es otro que lograr unas elecciones libres – entendiendo por elecciones libres; aquellas que se celebran con todas las condiciones institucionales, jurídicas, económicas, sociales, de derechos y garantías constitucionales e internacionales que se requieren – como método ideal para la salida a la crisis, y esa solución solo la puede ofrecer Nicolás.

Este régimen no está ganando oxígeno, más bien lo está perdiendo, llegando casi hasta la asfixia, con cada vez menos recursos y una crisis cada día peor. Hoy ya sabemos que hasta sectores importantes de las FFAA presionan a Nicolás para que presente una salida electoral. Si el régimen no ofrece ninguna salida viable como lo exige la comunidad internacional y el pueblo venezolano, la presión externa e interna aumentará. En pleno proceso de negociación en Oslo y Barbados, las movilizaciones en respaldo al presidente encargado aumentan. Hasta la fecha el número de protestas sociales diarias en contra del régimen según el Observatorio Venezolana de Protestas se han incrementado en un 1.200 % en lo que va de año.

Recientemente, el Alto Representante de la UE en un comunicado oficial el 16 de julio pasado, al igual que voceros de EEUU, advierten de mayores sanciones a funcionarios del régimen si no presentan una solución creíble y viable a la crisis en Barbados, y lo único que tuvimos que hacer fue enviar a 4 calificados venezolanos en representación del Presidente encargado Juan Guaidó y la AN, para escuchar de los representantes maduristas qué ofrecían. Sin duda alguna si fracasa la iniciativa de Noruega, estará claro quién será el responsable; el descontento, rechazo y condena de los gobiernos del mundo aumentará en contra del régimen de Nicolás, pero para que eso pueda suceder sencillamente teníamos que asistir y debemos seguir haciéndolo.

Es contradictorio que algunos voceros que generalmente coinciden en que no debimos ir a Oslo y Barbados, sean los mismos que más abogan por una intervención militar extranjera como única salida que deja el régimen para solucionar la crisis, siendo precisamente los gobiernos extranjeros los que nos piden que asistamos a esos espacios de negociación. Y serán precisamente esos países los que pueden comenzar a evaluar en un futuro – si el régimen hace que fracasen las negociaciones – acciones más contundentes, que hoy no desean y que la mayoría de los venezolanos no queremos, pero que se puede convertir en la única solución al desastre desestabilizador en la región que causa la creciente e incontenible migración, ocasionada a su vez por la crisis humanitaria que padecemos.

En definitiva, la respuesta a la interrogante ¿nos conviene ir? es: sí nos conviene y mucho, asistir al espacio de negociación propuesto por el gobierno de Noruega. Debo resaltar que el equipo negociador que representa al presidente encargado Juan Guaidó y a la Asamblea Nacional, tienen claro que eso no será, ni se puede permitir que se convierta, en una interminable negociación; con firmeza se ha señalado desde un primer momento al gobierno de Noruega, que eso debe ser un proceso lo más rápido y expedito posible en el marco de la difícil y compleja situación que el tema Venezuela significa. También se le ha expresado así al llamado Grupo de Contacto, donde están representados oficialmente la UE y algunos países de América Latina.

Créanlo, si la iniciativa Noruega no da resultado, se incrementarán las posibilidades de salidas internas y externas violentas no deseadas, ante el cierre por parte del régimen de una opción democrática concertada. Ahora entendamos que si no íbamos, Nicolás iba a tener la ventaja de señalar que somos nosotros los de la oposición los que no queríamos la salida negociada y democrática. Debemos ser consecuentes con la máxima que aconseja: “Que el que tiene la razón, no tiene problemas en exponerla y defenderla en cualquier escenario”.

Desde la clandestinidad, uno muchas veces siente que pierde la paciencia, la tranquilidad necesaria para tomar decisiones acertadas para enfrentar esta terrible situación; andar escondido, sin poder ver a la familia, con sensación parmente de persecución, como de una u otra forma andan la mayoría de los venezolanos producto de la crisis, nos ocasiona constantes episodios de molestias que te hacen pensar y decir; si violan los derechos humanos, asesinan y hacen tanto daño ¿cómo podemos sentarnos frente a esos criminales? pero para lograr derrotar a esta oprobiosa tiranía, debemos focalizar y gestionar nuestra emocionalidad en función de mantener la fuerzas y la esperanza necesaria para seguir avanzando; pero para trazar la estrategia y tomar las decisiones correctas debe prevalecer la racionalidad, utilizar el máximo de nuestras capacidades intelectuales con la mayor serenidad y así lograr los mejores resultados.

Coloquialmente decimos que en momentos como estos; debemos tener “corazón ardiente y la cabeza fría”. La acumulación de fuerza para derrotar al régimen es un proceso diario, que se da en diverso y simultáneos frentes de lucha de nuestra realidad, y lo de Noruega es otro importante escenario para aumentarla.

Soy de la opinión que el más relevante proceso de negociación de Nicolás en este momento; es el que está dando en el seno de las fuerzas que hasta hace poco lo acompañaban y hoy ya exigen una salida democrática a esta situación, Oslo o Barbados es solo una herramienta para canalizarlo, si ahí se llegara a algo concreto. De repente Maduro consiente de sus propias debilidades se percate de que existe la posibilidad de perder el control, siendo inminente su salida abrupta del poder y asuma definitivamente que siempre es mejor despedirse después de un arreglo concertado, a que lo corran. Claro está, el terror que esos individuos tienen a las posibles consecuencias que puede ocasionar para ellos, los desmanes cometidos y deudas pendientes con la justicia los nubla. Eso se denomina en los procesos de transición de regímenes autoritarios a gobiernos democráticos: costos asociados a la salida. Pero eso es otro tema de la situación venezolana, la cual no tiene precedentes en la historia y es altamente complicado de abordar, que seguro tienen claro los noruegos y que merece un analices aparte.

Diputado Simón Calzadilla. Secretario General del MPV.

Nota de prensa