Los estadounidenses amanecieron conmocionados el domingo, divididos entre el dolor y la ira después de que dos tiroteos masivos dejaron 29 muertos en Texas y Ohio, reviviendo el debate sobre las armas de fuego y la retórica incendiaria de Donald Trump.
Veinte personas fueron asesinadas el sábado cerca del mediodía en El Paso, ciudad fronteriza con México predominantemente hispana, y menos de 13 horas después, otras nueve en un animado vecindario de Dayton, Ohio, en el noreste de Estados Unidos.
Las autoridades inculparon al atacante de El Paso, un hombre blanco de 21 años que se sospecha actuó por motivaciones racistas, de cargos de asesinato en primer grado, que conlleva la pena capital, e investigan el caso como “terrorismo doméstico”.
“Dios bendiga a los habitantes” de ambas ciudades, tuiteó el presidente Donald Trump, quien luego dijo en una aparición televisiva que “no hay lugar para el odio en nuestro país”.
“Tenemos que hacer que se detenga. Esto ha estado ocurriendo durante años… y años en nuestro país”, continuó Trump desde Nueva Jersey (este). “Ya hemos hecho mucho, pero quizás tengamos que hacer más”. “También hay un problema de enfermedad mental en ambos casos”, agregó.
El mandatario, que ordenó izar las bandera a media asta en la Casa Blanca y todos los edificios y espacios públicos durante cuatro días en honor a las víctimas, es blanco de críticas por el aumento de la violencia con armas de fuego en tanto muchos lo acusan de fomentar el racismo.
“Invasión hispana de Texas”
El Paso es vecina a la mexicana Ciudad Juárez y sus habitantes mantienen una intensa dinámica social y comercial, con ciudadanos de ambos lados yendo y viniendo para trabajar, estudiar o hacer compras.
Cuando el tirador abrió fuego el sábado indiscriminadamente dentro de la tienda Walmart de El Paso, el local estaba lleno de clientes en su mayoría hispanos.
Entre los 20 muertos hay seis mexicanos. El gobierno de México dijo que tomará acciones legales “contundentes” para exigir a Estados Unidos que proteja a sus ciudadanos en ese país.
También indicó que estudia denunciar al autor del tiroteo por “terrorismo” contra mexicanos en territorio de Estados Unidos así como un eventual pedido de extradición.
El hombre mató a 20 personas e hirió a 26 antes de entregarse. La policía investiga un manifiesto que se le atribuye y que circula en internet en el que habla de “una invasión hispana de Texas” y evoca la masacre perpetrada por un supremacista blanco en mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, el 15 de marzo, que dejó 51 muertos.
Pánico en Dayton
En la noche, al otro lado del país, en Ohio, un hombre sembró el pánico en una zona de ocio de Dayton. Mató a nueve personas e hirió a 27 en menos de un minuto, antes de ser abatido a tiros por la policía que patrullaba el área. “Si no hubieran estado allí (…) podríamos haber tenido cientos de muertos y heridos”, dijo Nan Whaley, alcalde de la ciudad.
En este caso, el atacante también usó un rifle de asalto equipado con cargadores de alta capacidad, tenía municiones adicionales y llevaba un chaleco antibalas, dijo Whaley. Sus motivos se desconocen por el momento.
Fue identificado como Connor Betts, un hombre blanco de 24 años, y su hermana, Megan Betts, de 22, figura entre los asesinados en la masacre, dijo la policía.
Anthony Reynolds, que salía de un club nocturno con un primo en ese momento, describió la escena de terror. “Cuando vimos que los cuerpos empezaban a caer, nos dimos cuenta de que era grave (…) le gritamos a la gente ‘corran, hay un tirador’ porque muchos estaban conmocionados y no sabían que hacer”, dijo a MSNBC.
Racismo y armas
Ambas tragedias causaron indignación a lo largo de todo el país. “Nuestra nación está triste e indignada por los actos de terror sin sentido que se cobraron la vida de personas inocentes en El Paso y Dayton“, escribió en Twitter Kellyanne Conway, asesora de Trump.
Pero el candidato a las primarias demócratas Beto O’Rourke, oriundo de El Paso, arremetió contra el presidente por “atizar el racismo en este país” con una retórica antiinmigrante.
“Hay que decir que el presidente en persona promueve el racismo y la supremacía blanca”, dijo a su vez senadora Elizabeth Warren, que también corre en la interna demócrata.
En Estados Unidos, donde la compra y el porte de armas no están regulados, ocurren con frecuencia tiroteos en escuelas, así como en lugares de culto, trabajo y entretenimiento.
Como siempre ocurre después de cada baño de sangre, varias voces se alzan para pedir una mayor regulación del mercado de armas de fuego. “Ya es hora de actuar y poner fin a esta epidemia de violencia armada”, tuiteó el segundo favorito de las primarias demócratas, Joe Biden.
Pero muchos republicanos prefieren centrarse en los presuntos problemas de salud mental de los tiradores y no en limitar el acceso a las armas de fuego, un derecho constitucional en Estados Unidos. | Por Gilles Clarenne con Megan Jelinger en Dayton / AFP