La vida, el mundo, la ciudad, el barrio /la gente que allí vive y lo que pasa a diario./ Muertes, atracos sin ningún detalle/ las fuerzas del mal dominando la calle.
Por lapatilla.com
Así lo reseña eluniversal.com / Dulce María Ramos
Así empezaba la canción “Huelepega”, de Sandy & Papo, que formaba parte de la banda sonora de la película del mismo nombre y que sonó insistentemente en las radios a finales de los años noventa. En su momento, la cineasta Elia K. Schneider y su productor José Ramón Novoa denunciaron persecución y censura durante y después del rodaje por retratar cinematográficamente la realidad de los niños en las calles de Caracas.
“Huelepega” cuenta la historia de Oliver, un niño que huye de su hogar y busca refugio en las calles, allí aprende que para sobrevivir debe hacerse respetar. En uno de sus monólogos, sintetiza la esencia de su vida: “Todos tenemos un destino, parece que éste es el que me tocó a mí. Y a veces me pregunto si existen los destinos. Y veo a todos estos chamos viviendo por aquí y me pregunto dónde está Dios para hacer las pases con él”.
Con tristeza hoy – después de veinte años – el filme sigue vigente, ya que dicha problemática continúa lo que revitaliza la denuncia política y social que en su momento hizo Schneider. “Siento mucha rabia e indignación al ver que la realidad de los niños de la calle en Venezuela no mejoró. Hoy existe un altísimo número de chicos en situación de calle, desnutridos, enfermos y que a veces migran solos a otros países para poder comer, exponiéndose a la explotación laboral y sexual. Lo que más me preocupa es que no se está haciendo absolutamente nada para remediarlo”, dice la cineasta.
Antes del rodaje de “Huelepega”, Schneider preparó a los niños durante diez semanas en un taller donde les dio herramientas y técnicas para actuar: “Fue un proceso complejo, pero a la vez una de las mejores experiencias que he tenido. Estos talleres fueron adaptados a su realidad, al principio el foco de estos chicos era consumir drogas y robar a la gente, durante las clases y el rodaje solo querían dedicarse de lleno a la actuación”, agrega.
Sobre los niños que participaron en la cinta, Schneider cuenta que del protagonista José Gregorio Rivas, que interpretó a Oliver, no sabe nada; en el caso de Juan Carlos, con la película consiguió una beca para terminar bachillerato, estudió Economía y ahora dicta talleres de actuación y danza. Por su parte, Ramón se dedicó a los negocios y tiene una organización que ayuda a los niños en situación de calle. Lamentablemente, otros murieron: “Un día -en 2006- me llamó la policía para que hiciera un reconocimiento de personas que habían trabajado en la película. En una de las fotos que me mostraron, estaba uno de los muchachos, quien era considerado un azote en su barrio y fue asesinado por sus enemigos. Encontraron su cuerpo malogrado, picado en pedazos y metido en una bolsa negra de basura”.
En estos tiempos donde nos cuestionamos lo que hemos sido, es momento de volver a ver “Huelepega” y reflexionar sobre nuestra sociedad, nuestros barrios y el futuro de los niños y jóvenes en este país, cada vez más difuso.