Muchos lo conocen como el parlamentario que defendió causas que a otros no interesaban; otros, por la mejor gestión de gobierno estadal que ha tenido Venezuela; y no pocos, por su tesis del Respeto al Ciudadano, piedra ética angular de su actuación.
Se le conoce como padre de la descentralización, calificativo que él mismo rechaza, y como el hombre que fundó -con el respaldo unánime de sus colegas- la Asociación de Gobernadores de Venezuela.
La mayoría, sin embargo, lo recuerda como el candidato independiente que a no ser por una emboscada, habría ganado la presidencia de Venezuela frente a Hugo Chávez en 1998.
No pocos reconocen en Salas Römer al hombre de estado, al estratega, al líder social, y aun antes, al dirigente empresarial, al profesor universitario y versado economista. Para complicar las definiciones, hay quienes lo califican de visionario, de hombre adelantado, y hasta de profeta.
Y es que hablar de Henrique Salas Römer obliga a adentrarnos en las profundidades de una mente privilegiada que ha sabido armonizar no solo los distintos mundos que le ha tocado recorrer, sino también el bagaje cultural que lleva impreso en su ADN.
Salas Römer se inicia en su Puerto Cabello natal, alternando sus estudios en el Colegio La Salle con una vida campestre donde a los siete años de edad aprende a ensillar y montar su primer caballo.
Tuvo la suerte de tener padres comprometidos en hacer de sus hijos ciudadanos útiles ‘no solo para sus respectivas familias sino también para la Humanidad’ y que, pese al sacrificio que implicó para ellos la separación, lo envían junto con sus hermanos a estudiar a uno de los mejores colegios de Estados Unidos, donde dando muestra de esa inquietud que lo llevaría décadas después a la vida pública, aborda a temprana edad a Eleanor Roosevelt, viuda del fallecido ex presidente norteamericano, y sostiene con ella una breve e interesante conversación.
En Lawrenceville, que así se llamaba el colegio, hace méritos para ingresar a la Universidad de Yale donde obtiene el título de economista, y es allí donde también, de la mano del insigne académico cubano José Juan Arrom, descubre su amor por la literatura, despertando en él, herencia quizás de sus abuelos, la pasión por escribir.
Regresa a Venezuela, ya casado y con un hijo, y se desempeña como profesor de Teoría Monetaria en la Universidad de Carabobo; ocupa posiciones relevantes en la empresa privada y, veinte años después, funda Strategyon, firma dedicada al análisis estratégico, hoy recordada como escuela pionera del pensamiento geoeconómico prospectivo.
Hay un dato curioso, sin embargo, en la vida de Salas Römer. Nunca ha ejercido posiciones de relevancia, sea en el área política, económica o social, que no fueran por el llamado de otros, obteniendo -en el terreno político- triunfos electorales que se creían imposibles.
En 1984 es electo diputado al Congreso de la República, y cinco años después, preside la Comisión Permanente de Asuntos Vecinales, creada como reconocimiento a su gestión durante los años anteriores en defensa de los vecinos.
En 1989 logra una victoria quijotesca al convertirse, contra todo pronóstico, en el primer gobernador de su estado natal electo por voluntad popular, y es reelecto tres años después logrando una votación superior al 73%.
En 1998, compite por la presidencia de Venezuela, elección que como dijimos, bien pudo haber ganado.
Es durante esa campaña de 1998 cuando lanza la sentencia que hoy muchos consideran profética, “Solo quedan dos opciones, uno de nosotros será Presidente, y aquel que sea electo, dejará una huella imborrable, porque marcará con su carácter, con su presencia, con su capacidad de unir o desunir a los venezolanos, todo lo que va a ocurrir n Venezuela en los próximos quince años.”
Escribo este artículo porque muy pronto circulará una amena y enjundiosa obra suya que, construyendo sobre el debate histórico planteado en el siglo XIX y, luego por Gramsci y Ortega y Gassett a inicios del siglo XX sobre el origen de los cambios y transformaciones que se van produciendo en las sociedades, nos lleva a recorrer la historia contemporánea y a anticipar los cambios que están por venir.
Habiendo leído el manuscrito, les aseguro que en los próximos años, ya no solo se hablará de Henrique Salas Römer como el hombre de a caballo que pudo haber hecho descollar a Venezuela en el siglo XXI, sino también como el consumado estratega, y estudioso visionario que hizo un aporte fundamental al estudio de nuestros tiempos, compartiendo de forma grata y didáctica, todo lo que ha vivido, aprendido, y comprendido, viajando con nosotros y con figuras estelares en el Tren de la Historia.
Twitter: @Isidro_Alonso