El régimen de Corea del Norte realizó este martes un nuevo ensayo con misiles balísticos de corto alcance, el cuarto en menos de dos semanas, y amenazó a Seúl y a Washington con “pagar un alto precio” por las maniobras militares conjuntas que iniciaron el lunes.
Los últimos ensayos armamentísticos se hicieron a primera hora desde la provincia norcoreana de Hwanghae del Sur, el mismo lugar desde donde el régimen norcoreano efectúo sus otros tres lanzamientos en un plazo de trece días, según informó el Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano.
A partir de los primeros datos recopilados, los ejércitos de Seúl y Washington creen que en las cuatro rondas Pionyang testó un nuevo tipo de misiles balísticos de corto alcance similar al que ya probó el pasado mayo, según dijo un portavoz del JCS.
Junto a esta nueva exhibición de poderío militar, el régimen que lidera Kim Jong-un volvió a protestar hoy por las maniobras castrenses que comenzaron este lunes Corea del Sur y Estados Unidos, y advirtió a los aliados sobre posibles represalias por dichos ejercicios, a través de un comunicado de su Ministerio de Asuntos Exteriores.
Pionyang acusa a EEUU de “incrementar la tensión militar hostil” en su contra al “desplegar una larga cantidad de equipamiento militar ofensivo” en Corea del Sur, lo que a su juicio constituye “un incumplimiento de su compromiso para suspender ejercicios militares conjuntos”, conforme a la declaración recogida por la agencia estatal KCNA.
El régimen norcoreano alude así al compromiso supuestamente convenido por el presidente estadounidense, Donald Trump, durante la tercera cumbre con Kim improvisada a finales del pasado junio en la frontera intercoreana, y en la que ambos líderes también pactaron reactivar el diálogo para el desarme del Norte.
Desde entonces, ambos países han mantenido contactos para reiniciar las negociaciones que permanecían congeladas desde el fiasco de la cumbre de Hanói en febrero, aunque del repunte de la tensión en la península coreana a raíz de las maniobras castrenses de Seúl y Washington parece dejar otra vez el diálogo en el aire.
“Estados Unidos y Corea del Sur son muy habladores de puertas afuera sobre el diálogo. Pero cuando se sientan y se relajan, afilan sus espadas para hacernos daño”, señala la nota del Ministerio de Exteriores norcoreano, que también apunta que Pionyang se verá “abocado a buscar otra vía” en vistas a esta situación.
“Mantenemos nuestra postura de resolver los problemas a través del diálogo. Pero la dinámica del diálogo no será visible mientras continúen los movimientos militares hostiles”, añade el comunicado antes de advertir con “hacer pagar un alto precio” a los aliados, si “siguen ignorando las repetidas advertencias” del Norte.
El motivo de estas quejas son las maniobras conjuntas que se realizan entre los días 5 y 20 de este mes en el Sur, y cuya escala se ha reducido de forma significativa respecto a años anteriores en el marco de los acuerdos alcanzados en las cumbres intercoreanas y en las reuniones entre los líderes de EEUU y Pionyang.
El presidente estadounidense, Donald Trump, restó importancia a las pruebas armamentísticas de la semana pasada, y afirmó que dichos tests no infringen los compromisos alcanzados en sus cumbres con el dictador norcoreano.
Algunos expertos consideran que el Norte estaría tratando de reforzar su posición antes de retomar las negociaciones con Estados Unidos, algo que estaba previsto para mediados de julio y que sigue sin contar con fecha concreta.
Además de sus rondas de lanzamientos de proyectiles, definidos por los medios estatales norcoreanos como “un nuevo sistema lanzacohetes múltiple teledirigido de gran calibre” y supervisados por el propio Kim, el régimen mostró a finales del mes pasado un nuevo submarino con capacidad para disparar misiles balísticos. EFE