La forma de hacer política en Venezuela cambió y para siempre. Hoy en día las circunstancias, las motivaciones, las vías, los mecanismos, y los actores; tanto el político como el sujeto de la acción política o substrato han cambiado. Asistir a eventos tildados de políticos, que más bien resultan ser o actuar, como un efecto alucinógeno, es decir pasajeros, no llevan a nada porque no agregan ningún valor.
En este momento de la historia aún existe en el imaginario de algunos, que hacer política es llenar una plaza, una avenida, un estadio; para ver y oír al líder al “salvador”. Tampoco significa por parte del orador, exclamar frases y arengas o gritos, para hacer emerger los sentimientos del oyente y, con una carga, una ideológica guiarlos a su propio matadero.
Ahora no es así. Las personas por razones de diferente naturaleza no se sienten motivadas a formar parte de estas actividades o simplemente no tienen tiempo para eso. No significa que no tengan interés en la información o no le den valor a la palabra, al mensaje. El nuevo ciudadano venezolano por sus particulares actividades cotidianas, necesidades, limitaciones económicas o de comunicaciones, simplemente deja de último en su lista de prioridades asistir a dichos encuentros o eventos propagandísticos.
Otros, lamentablemente, ya se han ido del país en este éxodo monstruoso; por lo tanto, físicamente no es posible su asistencia, pero aún más contundente, es el venezolano que en verdad ha entendido y aprendido la lección histórica, que decidió transitar los caminos del progreso, del emprendimiento, del trabajo honrado y no; por ejemplo, de la basura de los que cobran comisiones en las instituciones del estado por un trámite que forma parte de sus propias funciones, o del “empresario parásito del estado corrupto y criminal”. No se trata de que el venezolano actual, en su inmensa mayoría en contra de Nicolás Maduro y su estado criminal, no busque un mensaje, una idea; sólo que, no son tiempos para la ineficiencia.
Un evento electoral, de la naturaleza o jerarquía que sea, debe ser ya una actividad ciudadana más, revestida del valor justo que tiene. La población venezolana está ávida, deseosa y muy interesada en propuestas y planes realistas y no etéreos; necesita de la discusión seria, comprometida y mecanismos para que sus decisiones sean tomadas en cuenta y no el ofrecimientos de migajas o dádivas que, o son engaños o simplemente no sirven para nada. Un referente político adaptado a los nuevos tiempos. La población en sentido práctico, necesita tanto de vías y medios de comunicación disponibles y accesibles, de servicios públicos que los posibiliten a desarrollarse y ser prósperos tanto en el trabajo como en el estudio.
La limosna, los ofrecimientos inescrupulosos no funcionan; en su lugar cobra interés la posibilidad de salir adelante con sus propios esfuerzos, creatividad y actitudes frente a la vida. La política de aquí en adelante en Venezuela, debe ir como buenas socias acompañada de los valores humanos, la eficiencia y el respeto al derecho ajeno.
La dictadura sabe utilizar ese comportamiento del venezolano actual; al tener una base electoral minúscula pero fanática de cortesanos, funcionarios de todo tipo y jerarcas los cuales, le es conveniente no tocar el tema y dejar con el mismo desinterés de la mayoría de la población que se opone a la dictadura. Este desinterés no es sinónimo de estar de acuerdo con la situación actual, ni con el régimen, ni con su procedimientos, de hecho la mayoría de la población aprueba una coalición, una fuerza mayor que saque de raíz a los promotores del mal.
La gente lo que no está de acuerdo, es en la forma primitiva y muy característica de hacer política, como tampoco creen en algunos dirigentes, por lo que se genera la frase: “no creo en los políticos”. Es por esta razón que la dictadura trata de desaparecer o impedir en el mejor de los casos a los ciudadanos que están ejerciendo la política seria, la necesaria. Los jerarcas nefastos en sus posiciones claves, bloquean las vías de comunicación y tratan de cercar al nuevo referente político, para que no pueda expresar sus ideas, conversar con la gente, convencer, transmitir información acerca de los nuevos escenarios económicos por venir, para que no se pueda formar, educar y para que el venezolano no tengan miedo a subir un escalón y transitar el camino de la única alternativa, que es el de la República Liberal.