Estamos ante gestos muy diáfanos del desmadre del Pranato. Han quedado al descubierto sus principales jefes pisándose la manguera. Cada quien cuida sus espaldas. Suele suceder entre sujetos tan abyectos cuando se aproxima la hora final.
La revelación de AP sobre las conversaciones secretas de Diosdado Cabello con el gobierno norteamericano, que no ha sabido explicar satisfactoriamente, y los contactos “a muy alto nivel” admitidos por Trump, reconocidos por Maduro (al estilo del chiste del tipo que “vendió el sofá”), son punzadas mortales para el maltrecho organismo del régimen.
La desconfianza ha cobrado mayor cuerpo. El cuadro psicológico producido pone la duda nuevamente sobre Maikel Moreno y Padrino López en torno al 30 de abril. Se desnuda la burla de las firmas anti Trump. Aumenta la crisis en la FAN. Y vuelve trizas cualquier posibilidad de acuerdo entre ellos.
Los encuentros con el “imperio” ocurrieron a trastiendas. Denotan ruptura de los lazos de complicidad en el alto mando del Pranato. Descubrieron el gigantesco vacío de la consigna “leales siempre, traidores nunca”.
Los contactos “encaletados” revelan que todos juegan con cartas marcadas. Delatan que cada uno busca la manera de salvarse, como en algún momento lo intuyeran y trataron infructuosamente de hacerlo los críos de la “Primera Combatiente”. Dejan claro que el único que hablaba con los norteamericanos no era el general Cristopher.