Decía el viejo Rómulo Betancourt: “Un Gobierno usurpador, sin respaldo alguno de opinión pública, es impotente para enfrentarse a la agresiva acción expoliadora del capital internacional. Las fuerzas armadas y policiales, controladas por un pequeño núcleo de oficiales cómplices del déspota, pueden arrebatar al pueblo sus derechos ciudadanos, pero ante el extranjero poderoso dejan esquilmar el país y más bien se lo ofrecen como oveja propiciatoria”. Aunque Rómulo escribía pensando en la naturaleza del régimen perezjimenista no es menos cierto que su agudo sentido político le permitió detectar los rasgos comunes de los regimenes de fuerza venezolanos, con estos argumentos son comprensibles las acciones de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Pérez Jiménez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
¿Creen que exagero? Al momento de escribir estas líneas puedo leer de distintas fuentes periodisticas, incluso de portales web gubernamentales con lo cual se agrega el inédito ingrediente del descaro, “Rosneft se convirtió en el principal operador de crudo Venezolano. El 66% de los envíos de PDVSA de Agosto (2019) fueron adquiridos por la petrolera rusa”. ¿De verdad podríamos pensar que somos un país soberano cuando, además se ser monoproductores (mucho más ahora que antes), avanzamos a paso firme en dirección a tener una metrópoli monopolizadora de nuestro principal producto de exportación con la sonrisa en el rostro de quien no se reconoce como colonia Rusa de ultramar?
Lo peor no es enterarse de estas prácticas vergonzosas del régimen venezolano, sino la muchísima distancia entre el discurso oficial y sus hechos consumados. Desde la cúspide del poder hablan del imperialismo y el capitalismo como las peores lacras pero ¿alguien con la cabeza encima del cuello podría decir que Rosneft está motivando sus actuaciones por la “solidaridad revolucionaria”, “por ayuda humanitaria” o por “lazos históricos de hermandad”? Al contrario, Rusia y su petrolera actúan de la manera que lo hacen porque el actual contexto les permite ganancias económicas superlativas al tiempo en que el “Alto Mando de la Revolución” recibe su tajada y el pueblo venezolano sufre la peor crisis sin derecho a pataleo.
Pareciera una contradicción que el mismo gobierno que asesina estudiantes, encarcela activistas políticos, ilegaliza partidos y desconoce la voluntad general expresada en la Asamblea Nacional sea el mismo que sumisamente se sienta en las piernas de quienes nos tratan como su colonia, pero no hay incoherencia, al contrario, es evidente que incluso nuestras relaciones internacionales son más controladas por Serguei Lavrov que por Jorge Arreaza y mucho más obvio que el General Manuel Quevedo sea un empleado de Rosneft antes que Presidente de PDVSA. Hasta el Ministro de Defensa se aplaude a sí mismo cuando permite que fuerzas armadas extra continentales pisen el suelo patrio y nuestra garganta a la vez.
Estos puntos de vista son comunes entre adecos, los socialdemócratas estamos claros a que nos hemos enfrentado por 7 décadas, pero los que no parecen claros son los supuestos izquierdistas, nacionales y extranjeros, que aún repiten consignas que ni tienen asidero en la realidad, ni responden a la vocación del régimen venezolano. ¿ingenuidad o complicidad? Difícil saberlo. Tampoco lo tienen claro los “liberales”, quienes tienen en mente la misma genuflexión pero con otro amo.
Para quienes si consideramos que los intereses de Venezuela están por encima de cualquier otra consideración el petróleo venezolano debe ser administrado por los venezolanos. Para lograrlo debemos restituir la democracia y la credibilidad internacional del Estado Venezolano, no permitir ningún trato de colonia de nadie, ni de rusos, ni chinos, ni turcos, ni cubanos, ni norteamericanos. Los demócratas, a diferencia de los gobernantes usurpadores, no sabemos como se dice “amo” en ruso. Solo sabemos decir, en claro castellano, que estamos luchando por “Una Venezuela Libre y de los Venezolanos”.