“¡Mosca!”, podría ser la forma más directa y menos académica de alertar sobre falsos referentes de desarrollo y bienestar. Cuidado, que así como la charlatanería revolucionaria busca la creación del hombre nuevo, ella va dejando a su paso la degradación en cada experiencia ejercida. Venezuela muestra el doloroso resultado en pobreza, desigualdad, criminalidad gubernamental, control humano de las necesidades básicas y un largo etcétera abominable.
Por otro lado, el liberal “de receta y lista” hace uso de etiquetas para calificarse y calificar a los demás y, si bien no se equipara al oprobioso socialista, no termina sirviendo a los intereses reales de la sociedad.
La libertad a la que nos referiremos es la que fundamenta al modelo liberal, que apela sin reparo a la confrontación de ideas como metodología para la evolución permanente, no para tener la razón, no para poseer la verdad, sino para facilitar la búsqueda de las mejores razones. El triunfo liberal es la búsqueda incesante de nuevas explicaciones y superaciones. Si me preguntasen cuál es el valor principal para reconstruir el país, apelaría a la modestia.
No hay nada mas anti-liberal que la marca “todo lo sé” y esa pretensión de ser más “liberal” que otro por el mero dominio temporal de algún conocimiento.
Porque el liberalismo es un continuo e infinito andar de confrontación y de dinámicas. ¿El que fue socialista, marxista, leninista puede ser liberal? Sí, porque asume la libertad de los demás y la convivencia pactada de la sociedad. ¿Cómo debe ver el liberalismo a alguien llegado de otras corrientes ideológicas? Pues, simplemente, como a un liberal. De lo contrario se estaría actuando como el socialista que tilda y condiciona. ¿Es alguien más inteligente o más honrado, más útil a la sociedad porque decida autoproclamarse liberal? Obviamente, no. Puede ser tan liberal como los que no se autoproclaman, porque el asunto no reside ahí, sino en el talante, en el modo de vivir y asumir que la incertidumbre es la constante, que lo frágil vive en la aparente estabilidad y el dogma es contrario a la libertad. Si quieres llamarte liberal o no, es cosa tuya y si lo haces está bien porque hace falta difusión, pero no es pertenecer a una raza pura, la libertad es una puerta abierta siempre para el debate, la reflexión y la toma de decisiones.
¿Recuerdan “Con hambre y desempleo con Chávez me resteo”? Así funciona el socialismo, por adoración y fe ciega mientras que el liberalismo funciona en la exigencia y el permanente cuestionamiento.
Esta alerta temprana viene porque no tengo dudas de que Venezuela vivirá tiempos de cambio y requerirá de grandes acuerdos trascendentes para apuntalar el levantamiento de una sociedad próspera y libre. El inicio será difícil, como también cada etapa de la línea de tiempo que nos toque transitar.
No es con recetas secuenciales que lo lograremos, será con el aprendizaje permanente que saquemos de cada resultado, tras decisiones que deben surgir del mayor debate y la mejor participación posibles, para que las decisiones resulten libres y sostenibles.
Por etapas, claro está y la primera es, sin duda, lograr un rescate económico inmediato y una atención humanitaria urgente y prioritaria. Con lo primero logras relanzar las capacidades productivas y reflotar financieramente al país y con lo segundo, lo más importante: salvar a la gente. En ambas acciones se tendrán que combinar diferentes estrategias para lograr metas trazadas.
Pero al mismo tiempo se deberán asentar las bases de la sociedad democrática y libre, en cuanto a la organización del estado. Sembrar un modelo federal con firmes raíces, desmantelar ese centralismo planificador exacerbado que marcó estos tiempos de tiranía y dictadura. La administración pública descentralizada y transparente. Un modelo productivo libre. Cada tema planteado en clave resumida, requerirá también de intensos debates y acuerdos que atinen a privilegiar las libertades.
Hay ejes transversales a los temas planteados como son la institucionalidad y la sustentabilidad ambiental.
Se trata de superar las taras históricas del caudillismo, del militarismo y del estatismo; de la esclavitud que implica la militancia partidista. No con el reduccionismo metodológico de comparar los periodos de las llamadas cuarta o quinta República, esta última devenida en tiranía.
Se trata de ver hacia donde estamos obligados a llevar a la sociedad y eso es posible si partimos de que no hay verdades absolutas y no existe una manera exclusiva, que siempre estaremos en revisión y es la gran responsabilidad del liderazgo de cada sector de la sociedad.
El órden al que debemos llegar debe pasar por ser estrictos en el reconocimiento de las libres voluntades y de la no imposición de ventajas, debe apuntar a no crear utopías de salvación sino en mostrar y convocar al esfuerzo, a la participación, a la co-construcción de cada espacio, donde cada día emergerá algo nuevo que atender.
Diego Mendoza Secretario Nacional de La Causa R