Hola que tal mi gente, hoy les traigo un trabajo de un amigo de México, al cual leí estando por allí de gira, y quiero compartir algunas consideraciones con nuestro país, a los 93 años de edad, mucha gente pensaría en esperar tranquilamente el final de su vida. Descanso, reposo, atenciones. Más aún después de una existencia plena, llena de aventuras y motivos para estar satisfecho consigo mismo. Stephane Hessel podría, ciertamente, hacerlo. Nació en Berlín, en 1917, siendo sus padres dos intelectuales sumamente reconocidos, y se mudó con su familia a París a los siete años de edad, donde adopta la nacionalidad francesa. Lucha en la Guerra Mundial, al lado de De Gaulle, y tras una destacada labor en la Fuerza Aérea, desde Londres, ingresa en los servicios secretos y regresa a Francia a seguir su lucha contra los nazis. Es capturado dos veces, torturado y enviado a campos de concentración, de los que logra escapar para continuar, siempre, luchando por su patria.
Cuando la guerra termina, se involucra plenamente en la defensa de los derechos humanos, y participa en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Político y diplomático nato, representó a su país ante la ONU en plena Guerra Fría, y ha tomado la bandera de la cooperación internacional como propia. Francia lo ha reconocido con los mayores honores que puede otorgar a sus hijos. A sus héroes.
Monsieur Hessel permanece activo hasta 2013 cuando falleció, y, con una lucidez envidiable, nos dejo al final un pequeño libro llamado Indignez-vous. Indígnense.
La propuesta no podría ser más clara y pertinente. El mensaje es universal: Vivimos en un mundo que no alcanzamos a comprender, pero que sabemos que no funciona de manera correcta. El cambio no llegará si no es de parte de los ciudadanos, quienes tienen que asumir su responsabilidad por aquellas cosas que no están dando resultado. Indígnese. Encuentre un motivo por el que indignarse con esta sociedad: la indignación es la verdadera base y motor de los grandes cambios a favor de la comunidad. Fue la base de la resistencia, y de los valores que en su momento mantuvieron con vida la esperanza de una nación entera: justicia social, prevalencia del interés general sobre el particular, de basar la vida colectiva en una serie de valores comunes, republicanos. La indignación fue lo que llevó a los franceses a arriesgar su vida frente a los nazis; jamás hay que caer en la indiferencia.
La indignación de Hessel era, hasta cierto punto, sencilla, y se podía enfocar en una figura bien determinada. El mundo es, actualmente, mucho más complejo, y por eso es mayor, también, el riesgo de caer en la indiferencia. Así, identifica desde ahora dos grandes desafíos: el combate a la pobreza, a la desigualdad entre pobres y ricos, y la lucha por los derechos humanos y el estado del planeta. Promueve la no-violencia y hace un llamado a una “insurrección pacífica contra los medios masivos de comunicación que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competencia excesiva de todos contra todos.”
Indignación ante la pobreza, defensa de los derechos humanos y el medio ambiente. Dejar de ser indiferentes. Comprometerse con el futuro. Por momentos es difícil creer que no lo escribió para Venezuela, con tantas razones que tenemos para estar indignados. Difícil, y más aún cuando prosigue su análisis calificando los primeros años del siglo XXI como un período de retroceso: “Estamos en el umbral entre los horrores de la primera década y las posibilidades de las décadas por venir. Pero hay que tener esperanza, siempre hay que tener esperanza”.
Indignación, compromiso, esperanza. Tal vez lo necesitamos más en nuestro país.
¡Como siempre, usted elige! ,
#ElLiderEresTu
@joseluismonroy