Chávez era pernicioso, sin principios. El Usurpador un pendenciero serial. Mejor, ambos son ejemplos del peligro que los perniciosos y pendencieros significan para la sociedad.
El primero es la caricatura del mal y el segundo la copia de la caricatura del mal. Chávez no fue plenamente descubierto, lo que le permitió abrir las carreteras del caos. El Usurpador se arroga, la herencia maloliente del engañador, con eslóganes incoherentes e imitaciones, -hasta del tono de voz-. Un espectáculo Buhoneril.
Su incompetencia para los estudios, lo llevo a inventar el título de sindicalista, que tampoco supo desarrollar: acabó con el sindicato, nunca trabajó y como todo mal formado, se marchó a tratar de alcanzar la grandeza en la llamada escuela de cuadros del partido comunista cubano, que otorga certificados a los militantes ignorantes del mundo. Les entrega el título de combatientes revolucionarios, que es algo así como graduarse de colectivo: expertos en asaltar, disparar sin importar a quien y fabricar bombas molotov. De allí que el régimen de este egresado, maneje muy bien a estos summa cum laude en terrorismo, inmoralidad y revanchismo social. En eso nuestro personaje fue un colectivo aprovechado y de allí su obsesión en convertir la educación en el país y sus universidades, en sucursales de las escuelas de cuadros, de donde egresan los más perfectos sanguinarios del mundo.
Nunca alguien ha pronunciado tantos discursos cargados de tantas idioteces. Es un hombre complicado. Un ilícito desde temprana edad. –Mascaron de proa de los Castro.- De poca sensatez y juicio aturdido, de conversación insustancial e intrascendente. Temas vacíos. Es un bigardo que vive tratando de hilvanar hechos vulgares y groseros.
Mentiroso patológico, compulsivo y habitual. Su Pseudología fantástica es una actitud repetitiva del acto de falseamiento de la realidad.
Estudios científicos sobre estos personajes, demuestran que existen alrededor de 10 adultos, -de cada 100-, que son mitómanos; con dificultad para resistir el impulso de mentir.
Tienen un incremento de materia blanca en la corteza del cerebro prefrontal, que los impulsa a describir situaciones ridículas y entretejer historias insostenibles. Por ejemplo: cada vez que se le ocurre inventa un intento de homicidio, aunque después, sin prueba alguna, lo olvida para inventar otro, y seguir asesinando y torturando a los supuestos conspiradores, de allí el amañamiento de los drones, como coartada para encarcelar numerosos inocentes y vejarlos públicamente, como el caso del Diputado Requesens y miles más.
Por su personalidad insegura, tiende a ser imitador de su antecesor. Pretende ser célebre por sus fanfarronadas. El investigador K. Scheider califica a estos personajes como: “psicópatas necesitados de estimación”.
Lo manipula un psiquiatra, Rodríguez, continuador del tristemente celebre Doctor Chirinos. El nuevo canapé en Miraflores, cumple una máxima perversa, que se resume en acusar a los demás de lo que él es.
Eso lo analizó muy bien Fidel Castro, cuando lo escogió como usurpador al cuadrado, sin miramiento moral alguno.
Su discurso de cachiporra es un saco de incoherencia y sobretodo de amenazas. En estos últimos días, mientras su psiquiatra se dirigía al país hablando de paz, el personaje de marras, declaraba al diario brasileño, Folha de Sao Paulo, “que no pensaba abandonar el poder y menos de manera pacífica”. Que se está preparando para la guerra, que no habrá elecciones presidenciales, que tiene poderosas armas rusas, que la recuperación económica vendría en el 2020 y en el 2021, promesas hechas, -cómo recuerda la periodista Sabrina Martín, de Panam Post-, en 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018.
En analfabetismo destaca por cumplir estrictamente los tres tipos: Es analfabeta funcional, lo demuestra su incompetencia en las funciones básicas. Una de ella es leer; obviamente esto conlleva al analfabetismo cultural que describe Bennet: “El ser culturalmente alfabetizado significa edificar un cuerpo de conocimientos, que nos prepara para tener sentido de los hechos…”. Explica el profesor Ronald Nash, que a las dos definiciones anteriores, hay que agregar el analfabetismo moral: “Que deviene de los prejuicios contra los valores religiosos y morales”. Difícil creerlo, pero nuestro personaje reúne todas las características que enumeran los numerosos expertos en la materia.
Practicante de la brujería y el supercherismo, que le hacen suponer que es un ser superior. Creencia que le dictan las maniobras criminales y que el G2 cubano manipula para acentuar el sometimiento invasor.
Su mundillo es la mentira, la viveza cubana. Su música es el odio, acompañado de su permanente “Cumbanchar”, que en la isla roja entienden como “Correr juergas”.
Chávez, en medio del engaño, fue un personaje violento e irresponsable, lleno de odio que supo fingir hasta el último minuto de su vida. Su engendro que hoy nos ocupa, levanta la peligrosa bandera de no ser mesurado en nada. Es un caricato permanente, un bufón, que ha llevado al país al camino de la destrucción total.
Sus prejuicios preexistentes le impulsaron a ser millonario. Con las características conocidas y los hechos demostrados: No le importa traficar drogas, mudar para Cuba la bóveda del Banco Central, saquear el oro, contrabandear el petróleo de los venezolanos. Todo esto es materia para comprender el crimen que ha cometido contra millones de seres humanos. Difícil conseguir un personaje con tan maléficas características en la conformación de la Humanidad: tarea para los historiadores.
Tal como lo señalamos, en estos veinte años, los dos tiranos han sucumbido en los brazos de dos psiquiatras curiosamente parecidos. El famoso Doctor Chirinos, responsable de sus crímenes y de los de Chávez, y el psiquiatra del mal, o psicópata como su paciente, responsable junto al usurpador de esta calamidad social. Tarea parte dos para la periodista Ibeyice Pacheco sobre el nuevo Diván rojo.
Cada vez está más sólo en el país que han destruido y en el resto del mundo, sólo pronunciar su apellido levanta olas de protestas. Se ha edificado su infierno, lo único que tiene de futuro.