Para el coronel Miguel Schmilinsky París, no se trata de un titular para llamar la atención. Decir que la Fuerza Armada venezolana está herida de muerte “es la más cruda y triste verdad”.
Por Sebastiana Barráez / infobae.com
Schmilinsky París es un oficial del Ejército, quien fue uno de los militares febreristas (4F) que participaron en la intentona golpista que lideró Hugo Chávez para derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez en el año 1992. Pero además fue concuñado del hoy ministro de la Defensa venezolano.
Sobre Padrino López dice que “sobre su conciencia, y la de sus compañeros, en tan macabra como antinatural acción, quedará indeleblemente grabado este crimen sin perdón, por generaciones, para los libros de Historia”.
“Lo más insólito es que quien le da el puntillazo final comete parricidio, porque aunque ha sido una sucesión de funestos personajes al frente del Ministerio de la Defensa y demás rimbombantes cargos, quien le asesta el puntillazo mortal en su corazón no es otro que uno de sus hijos consentidos: Vladimir Padrino López“.
Destaca el coronel que aquello “que constituía una noble profesión quedó para un oficio que no permite, ni siquiera, la alimentación de una semana a sus desmoralizados miembros. Por eso el tráfico de drogas y de diferentes sustancias ilícitas, alimentos, materiales estratégicos, armas, municiones y un largo etcétera”.
Destaca “la impensable deserción de sus profesionales, de mayor a menor graduación jerárquica, la desprofesionalización de sus cuadros a todos los niveles, de su personal civil, que otrora laboraba con orgullo, aunque sus salarios nunca fueron buenos, lo hacían con sentido y amor patrio. Hoy no queda nada de eso, sus oficinas y dependencias lucen vacías, carentes de sentido, de utilidad, apenas quedan quienes están cuadrando negocios para subsistir”.
La otra FANB
En cuanto al apresto operacional, comentó: “Ni hablar. Muchos equipos tan sofisticados como inoperantes, que se adquirieron con enormes sobreprecios además de serios desperfectos funcionales, las plazas vacantes y la ausencia de entrenamiento y de doctrina, convierte a estos cuerpos que antes se diferenciaban en componentes especializados de acuerdo a su escenario de actuación táctica y estratégica, Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional, hoy lucen reducidos a constituir una montonera (cada vez menor) confusa y desorganizada que escasamente puede completar un desfile de independencia, deslucido y adulante que solo nos deja un sabor amargo a quienes orgullosos desfilamos otrora por la avenida Los Próceres”.
De lo que alguna vez fueron esos desfiles dice que hoy “lejos de conmemorar el solemne evento de nuestra Independencia, solo sirve para acomodar a los jefes emergentes en el universo de la burocracia inútil y alabanciosa, que permite hacer ‘carrera’ a tan abyectos personajes”.
Recuerda a la otra Fuerza Armada, a “aquella que fue capaz de devolver en cajas de pino a quienes se atrevieron en Machurucuto y otras acciones a posar su bota en nuestro sagrado suelo, para imponernos su sistema político, ha dejado de serlo por mano de sus hijos”.
El intento de invasión de Machuructo fue un suceso ocurrido el 8 de mayo de 1967, resaltado en la historia de Venezuela, por la actuación del Ejército y la Guardia Nacional de Venezuela contra un grupo de guerrilleros venezolanos y cubanos que desembarcaron en la playa de Machurucuto. Los militares venezolanos ubicaron al grupo de invasores el 10 de mayo y los combatieron hasta la madrugada del 11 de mayo; capturaron a dos guerrilleros y el resto fueron dados de baja.
Con más desaliento que nostalgia, comentó: “Podría seguir enumerando despropósitos y traidores a la patria, aunque ya no tiene sentido. Es del conocimiento público lo que es importante, lo medular, y más aún, lo inmensamente triste. Lo que quedó de aquella institución que nos producía tanto orgullo y sentido de pertenencia, a ésta herida de muerte por mano de sus hijos”.
Se atreve a avizorar “cuando un buen día, está pesadilla continuada acabe, tocará redimensionar a la institución armada, habrá que refundarla, para que pueda atender debidamente el articulado donde se establecen sus funciones naturales en nuestra Constitución Nacional. ¡Sentido Pésame!”, dice finalmente Miguel Schmilinsky París, que se identifica como coronel del Ejército Libertador.