Un nuevo estudio afirma que hablar contigo mismo en tercera persona puede ser una práctica sabia. Agradecemos a Sócrates por la idea que “conócete a ti mismo” es el camino hacia la verdadera sabiduría. ¿Pero hay una forma correcta e incorrecta de hacer una introspección?
Por HR Portal
Traducción libre por lapatilla.com
Masticar pensamientos obsesivos no es una solución. Este enfoque solo te llevara a un abismo de tus propios pensamientos y te sumergirás en emociones que pueden llevarte por mal camino.
Un estudio demostró que las personas propensas al pensamiento obsesivo a menudo tienen problemas para tomar decisiones bajo presión y aumentan en gran medida su riesgo de depresión.
En cambio, la investigación científica sugiere utilizar el antiguo método retórico, es decir, hablar de usted en tercera persona es sabio.
Por ejemplo: Si estuvo en una disputa con un amigo, entonces, podría comenzar con: “David se sintió decepcionado de que …”.
La idea detrás de este enfoque es un cambio de perspectiva tan pequeño puede despejar su mente del velo emocional, permitiéndose observar sus prejuicios.
Investigación
Muchas investigaciones ya han demostrado que este tipo de pensamiento en tercera persona puede mejorar temporalmente las habilidades de toma de decisiones.
También se descubrió que es capaz de aportar beneficios a largo plazo en términos de pensamiento y regulación emocional.
Los investigadores dijeron que esta era “la primera evidencia de que los procesos cognitivos y afectivos asociados con la sabiduría se pueden enseñar en la vida cotidiana”.
Estos descubrimientos son idea del psicólogo Igor Grossmann de la Universidad de Waterloo en Canadá, cuyo trabajo en la psicología de la sabiduría fue fuentes de inspiración para trabajar sobre la inteligencia y cómo podemos tomar decisiones más sabias.
El objetivo de Grossman era construir una base experimental sólida para el estudio de la sabiduría, que durante mucho tiempo se consideró demasiado vaga para la investigación científica.
En uno de sus primeros experimentos, descubrió que la sabiduría del pensamiento se puede medir y, por analogía con el coeficiente intelectual, esta métrica será importante.
Llegó a esto, pidiendo a los participantes que discutieron en voz alta dilemas personales o políticos, que luego evaluó de acuerdo con varios elementos del pensamiento, que generalmente están asociados con la sabiduría: la humildad intelectual; adopción de otros puntos de vista; reconocimiento de incertidumbre; capacidad de buscar un compromiso.
Grossmann descubrió que estas métricas de pensamiento inteligente eran mucho más adecuadas para las pruebas intelectuales en la predicción del bienestar emocional y la satisfacción de la relación, lo que respalda la idea de que la sabiduría se define por estas cualidades.
En una serie de experimentos de laboratorio, se descubrió que las personas tienden a ser más modestas y más preparadas para percibir los puntos de vista de otras personas cuando se les pide que describan sus problemas en una tercera persona.
Imagine, por ejemplo, que está discutiendo con su pareja. Usar una perspectiva de un tercero puede ayudarlo a reconocer su perspectiva o aceptar las limitaciones de su comprensión del problema.
O también puede imaginar que piensa sobre un cambio de trabajo. Aceptar un punto de vista desde el exterior puede ayudarlo a sopesar los pros y los contras de esta transición de manera más imparcial.
Este primer estudio incluyó que era imposible decir con certeza si la práctica fue capaz de convertir el pensamiento racional en un hábito.