Dicho aquello se deduce que la censura no es misil nuevo por estos lares. Marcos Pérez Jiménez la empleó como herramienta de dominación permanente. Porque el censor cree que evitando la circulación del pensamiento no sólo se le deja de vulnerar con el ataque sino que se le permite arreciar sus demostraciones de poder, de sujeción de los individuos. En los años 50 fue también típica la evitación de circulación de ideas. Se prohibió el Libro Negro, se evitó la difusión de dos obras de teatro, se cerró el diario El Nacional por una caricatura de cochinos, se encadenó el pensamiento libre, hasta para los chismes. Pero no se llegó a tanto como ahora. El despotismo actual cercena cualquier modo de expresión por cualquier medio. Hubo un tiempo en el que ni se podía decir el valor de un dólar; salen televisoras y radioemisoras del aire, dejan de circular los diarios impresos, cierran programas, apresan y liberan con órdenes de silencio y de inacción. Matan individuos y matan pensamientos.
La universidad autónoma se ve afectada por un tribunal que prohíbe, la noche anterior, difundir y promocionar en la USB y cualquier otra universidad, además de en cualquier lugar público el documental El chavismo: la peste del siglo XXI, de Gustavo Tovar Arroyo. Antes de ello se produjeron amenazas públicas a los colegas Olivar, Orellano y Estrada, foristas, amenazas y hostigamientos que se extendieron a Benjamín Scharifker y el rector Planchar. Amedrentamientos con colectivos fueron y vinieron, unos agentes nos visitaron mientras los profesores daban su clase al aire libre, debido a los impedimentos técnicos emanados de las “asustadizas” autoridades de la USB, salvo su rector.
Ahí está la prohibición y está la respuesta universitaria. Todo un preámbulo para lo que se viene según el plazo que dio la tiranía para imponer sus elecciones en las universidades. La universidad autónoma sabrá defenderse. Todos estamos, como sociedad, convocados a su defensa. Este ataque a la universidad, más profundo, no es nuevo. Debe encontrar de frente al país y a los amigos que nos respaldan afuera. Mañana todos al Aula Magna para decir sin ambages que lo de la universidad no es una censura más. Puede ser la jugada definitiva, la batalla final contra el pensamiento libre y los DDHH en Venezuela.