Para muchos especialistas en macroeconomía, Maduro no quiere entender la etimología de la palabra crisis, actúa de manera irracional, incluso en contra de sus propios intereses del proyecto político / legado de Chávez. Sin temor a equivocarme vivimos tiempos muy complejos, dentro de una guerra no de ganar / ganar sino de tal vez de perder/ perder, de desgaste, donde el que tiene todo que perder es el propio Nicolás.
Para Maduro, el mañana no existe, se revela en su conducta, en sus decisiones, más aún cuando agota todos sus esfuerzos en imponer su voluntad, muchas veces ilógica sobre el sentido común, es decir, imponerla a toda costa, sin importar la descalificación inmediata en diversos temas que tienen mucha significación por su trascendencia en el bienestar del país. Nicolás, y sus colaboradores más cercanos, viven construyendo todo tipo de entramados incluso narrativas socio históricas, apuntan hacia incongruencias como después de su gestión vendría la nada.
Pero, la verdad verdadera Maduro, está atrapado en su propia incompetencia; este país bajo su conducción, perdió toda posibilidad real de convertirse en un territorio de progreso, justicia y calidad de vida, realidad apuntalada con todos sus recursos naturales y económicos, toda una potencia y no de frase política o electoral, esta situación convoca a la reflexión sobre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro inmediato.
Venezuela transita una crisis complicada, entre expropiaciones y corrupción, aspectos que se articulan a la emergencia humanitaria. Esto es parte del drama 7 millones de sus 25 millones de habitantes pasan hambre, un país que no produce y los CLAP ya no dan respuesta a las demandas de los sectores D/E de la población, a la ecuación revolucionaria se le descuadró sus estrategias de control social, administrando el hambre. La economía venezolana al cierre 2019 proyecta en lo concreto será más pequeña que en 2013, el país continuará en una dinámica agresiva e imparable en el proceso inflacionario, según el FAO 6,8 millones de venezolanos están sometidos al hambre y todo parece indicar que nada cambiara para bien sino todo lo contrario en el año 2020. En contradicción a lo anterior, voceros del área económica de Maduro se atreven asegurar Venezuela está en una fase de recuperación económica, generando mayor riqueza y diversificando su economía, un discurso de todo un mundo paralelo.
Ahora bien, según últimos estudios de opinión de Hercon Consultores, los resultados son verdaderamente alarmante, el crecimiento incontrolado de la pobreza en el país alcanza 89%, mientras la pobreza extrema se mueve en 70%, además se precisa en las investigaciones 3 millones de venezolanos comen de la basura, apenas 7 millones de venezolanos consumen dos comidas al día y de escasa calidad, situación ha cobrado miles de vidas específicamente entre los niños, muchos están muriendo o están en situación de peligro sus vidas, en otras palabras este Venezuela antiguamente país petrolero vive una hambruna por encontrarse en caos casi total, realidad conecta directamente con el hambre de los venezolanos particularmente en los estratos C, D y E, filosóficamente hablando es un problema existencial humano, es decir que la gente de mantenerse esta situación estaría dispuesta cualquier acción más cuando llega el hambre y las enfermedades, 3,7 millones están en situación de desnutrición, el 89,0% de las familias sin ingresos para comprar comida.
La cifras continúan en rojo, Venezuela ocupa el tercer lugar entre los 10 países con mayor deterioro en su seguridad alimentaria, son evidentes las cifras de hambre y desnutrición activan las alarmas ante el mundo.
Maduro en su contradictoria narrativa con la entrada de la ayuda humanitaria de alimentos, medicinas e insumos médicos muchas veces pone frenos por considerarlo todo un show político de la oposición, está desafiando y a la vez renunciando radicalmente a resolver problemas que pueden activar indeseados eventos sociales por la configuraciones en la complejidad de la crisis que transita el país en sus diferentes vertientes económicas y sociales. Nicolás debe de cambiar su postura política interpretando y comprendiendo el momento histórico que convoca cambios, es un imperativo para Maduro que abandone su mundo paralelo, el hambre no se le va parar firme a los militares y menos la guerra se hace con hambre.
Es innegable, el actual sistema político venezolano se ha convertido en un híbrido de rasgos militarista y autoritario, una mezcla muy inestable. Sin embargo, Maduro se apoya más en el segundo, es demasiado autoritario para coexistir con la oposición y la Asamblea Nacional para buscar soluciones al problema de la crisis económica. Maduro mira incansablemente el reloj, aspira sacarle un pírrico empate a quien sin duda merece el triunfo… lo que olvida muchas veces, es que el hambre no se hace eternamente solidaria y menos se inmola con proyectos políticos.
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