Después del cónclave en Caracas del Foro de Sao Paulo, las reuniones en la Habana se han incrementado, y desde allí los tiranos mueven piezas para desestabilizar América Latina, y a la vez desviar el foco de lo que sucede en Venezuela, desgarrada, devastada, por esta empresa criminal usurpadora.
Castro y sus secuaces han sido claros: “las ideas las ponemos nosotros”. El usurpador siempre asiente y lo que diga la isla es ley: “nosotros ponemos la logística”. Es decir, el dinero mal habido del saqueo, de los cárteles, y en general de las riquezas, que el atolón sanguijuela exprime hasta los tuétanos..
Todo esto comenzó en el año 1959, cuando Fidel Castro entró triunfante a Caracas, como si fuera otra “sierra maestra”. Recién electo el Presidente Rómulo Betancourt, ante el pedido de petróleo del satanás antillano, este le contestó: “El petróleo venezolano se vende no se regala”.
Al salir de esa reunión Castro juró que no descansaría hasta ponerle la mano a nuestras riquezas. Después de numerosos intentos, disfrazado de patriota apareció un traidor y vende patria llamado Hugo Chávez, que fue como un huracán que arrasó con todo y entregó todo al déspota caribeño y hasta les regalo un payaso, para que gobernara después de él. De allí vienen estos lodos.
Desde entonces también comenzó la penetración de las universidades, para luego destruirlas. La misma medicina que se le aplicará a las de Chile, Ecuador, Argentina y todas aquellas que hoy queman cohetes engañados por estos criminales en serie, que trafican con las necesidades reales de los pueblos, planteando salidas populistas, que después se convierten en sangre derramada torrencialmente.
Penetrar los partidos políticos es la orden para destruirlos. Su fortaleza es tal que ya las brigadas rojas son cuerpos direccionales en el partido demócrata Estadounidense. Los mecanismos de desestabilización se repiten con excepcional exactitud y con una gran ventaja: cuentan con todos los recursos expoliados a Venezuela y de todo tipo de manejos ilícitos en el mundo.
Loa agitadores son profesionales del crimen que han sido formados en la misma “escuela de cuadros”, la de los pupitres ensangrentados, donde se enseñan las técnicas de destrucción masivas que hoy mantienen en jaque los países democráticos del continente.
Son los mismos pupitres, que son los únicos que conoce el tirano venezolano, que además desprecia el conocimiento, tal como lo ha confirmado, señalando que odia los libros y que el futuro de los niños será mejor criando gallinas, después que el susodicho mató la de los huevos de oro. Este sujeto nos ha devuelto a los siglos más oscuros de la humanidad, propulsando “odio a mil libros”. Solo los concibe como un grimorio, estructurado además por bichos demoníacos y sobrenaturales. Ahora Miraflores publicará un manual que le escriban al sátrapa, sobre la historia mágica de la gallinas. Un buen prologo puede ser de Arias Cárdenas, el reconvertido después de burlarse de los huevos de Chávez.
Lo sucedido en Ecuador ya reventó en Chile. Los pranes, – jefes de delincuentes en las cárceles-temidos por sus crímenes a sangre fría, fueron liberados para enviarlos a estos países a cometer desmanes, para involucrar a todos los venezolanos que han tenido que refugiarse por el hambre y la inseguridad.
Ningún país está libre de caer en las pailas del terrorismo. No queda otro camino que unirnos los latinoamericanos democráticos para desalojar militarmente la tiranía Venezolana. Caída esta- que subvenciona con el saqueo las camarillas delincuenciales- se les acabará el oxígeno. Para ello se debe crear una fuerza militar de la democracia latinoamericana que proteja los pueblos de este comunismo tropical, de este terrorismo multinacional. De este Castrochavismo.