Señor: en el pasado, hemos tenido ocasión de conversar, a veces largo y tendido, sobre la situación de España. Esos encuentros nunca se desarrollaron a petición mía y, desde que comenzó mi exilio – va para siete años – nunca hemos vuelto a tenerlos. Sin embargo, me resulta ahora indispensable dirigirme a vos por un asunto de especial gravedad que puede afectar tanto a España como a vos y a las naciones de Hispanoamérica que se honran en hablar nuestra lengua común. Me estoy refiriendo a vuestro posible viaje a Cuba.
Aunque, como ya os he referido en alguna ocasión, soy un convencido republicano desde mi infancia, jamás me he opuesto a la existencia de una forma de estado monárquica en España, en parte, por que la Corona fue esencial para pasar de una dictadura autoritaria a un régimen parlamentario y, en parte, porque en mi siempre ha pesado más la visión práctica que las elucubraciones teóricas. En esta carta, pues, no debe verse un intento de socavar la institución monárquica sino todo lo contrario.
Existe una tradición política – felizmente iniciada por vuestro padre – que convierte al rey de España en el primer embajador del reino. Precisamente por ello, vuestras visitas encierran una mayor trascendencia que las de cualquier jefe de gobierno o ministro. Precisamente por ello, debo manifestaros profundísimo dolor que una visita vuestra a Cuba sería altamente inconveniente e incluso gravemente perjudicial.
No dudo de que algunos empresarios españoles puedan beneficiarse por esa visita, pero los intereses de España, de la libertad y de la misma corona no pueden verse hipotecados por los de esos empresarios.
En primer lugar, España va a sufrir un coste económico. Más allá del marxismo-leninismo o del totalitarismo si algo define al régimen cubano es su carácter parasitario. Incapaz – a diferencia de otras dictaduras – de alimentar incluso a su propia población, la dictadura castrista ha mostrado una extraordinaria capacidad para absorber recursos de otras naciones en beneficio propio. La misma Unión soviética había llegado a esa conclusión en los años setenta y estaba disuadida de respaldar dictaduras similares en Hispanoamérica – tuve ocasión de trabajar con esa documentación hace años – porque otro régimen parasitario como el cubano habría tenido pésimas consecuencias para el desarrollo de su economía. En nuestros días, Venezuela es un tristísimo ejemplo de la desgracia que puede venir aparejada al carácter parasitario de la dictadura cubana. Cualquier tipo de concesión que Cuba realice en favor de empresarios españoles, España la pagará carísima en concepto de ayudas o créditos para la dictadura, unas ayudas y unos créditos que deberán pagarse con el dinero que aporten unos ciudadanos españoles que ya sufren el mayor esfuerzo fiscal de la Unión Europea. Señor, ¿puede justificarse sangrar más a los contribuyentes españoles para favorecer a una dictadura parasitaria?
En segundo lugar, el régimen cubano es la dictadura de mayor duración de toda la Historia de Hispanoamérica. Que la Historia del subcontinente es y ha sido dura y no pocas veces cruenta no puede dudarse. Que al derramamiento de sangre ha contribuido también en ocasiones España tampoco puede ser pasado por alto. Sin embargo, señor, ¿qué justificaría, a estas alturas de la Historia, proporcionar un respaldo moral y quizá económico a una dictadura que causa la desgracia y el exilio de la mayoría de sus conciudadanos y que ha sembrado y siembra el dolor y el totalitarismo en Hispanoamérica?
En tercer lugar, Hispanoamérica atraviesa por momentos especialmente difíciles que amenazan con un empeoramiento de la situación en planos como el económico, el político y el social. A ese gravísimo deterioro actual no es ajena la dictadura que oprime Cuba desde hace más de seis décadas. Señor, ¿qué justificaría otorgar la gracia de vuestra visita a un régimen que tanto daño está causando a otras naciones hermanas?
Finalmente, señor, os ruego que consideréis las relaciones con el aliado más importante con el que cuenta España en el ámbito internacional y que no es otro que los Estados Unidos de América. La actual administración del presidente Trump ha estado especialmente comprometida en la defensa de la libertad en Hispanoamérica. A ella se deben no sólo enérgicos pasos en contra de la dictadura chavista que causa la desolación de un país tan amado como Venezuela sino también una clara postura de defensa de la libertad del pueblo cubano. El presidente Trump, en la disyuntiva entre el totalitarismo y la democracia, se ha colocado abiertamente del lado de la democracia. Señor, ¿qué justificaría que España se situara al lado de una dictadura a la que, con toda razón, se enfrenta nuestro principal aliado en el plano internacional? Sobre todo, ¿en qué beneficiaría a España – que ahora mismo pasa por un contencioso arancelario con Estados Unidos – adoptar iniciativas que, en lugar de facilitar las relaciones, pudieran deteriorarlas?
Creo, señor, haber expuesto de manera breve algunos de los más serios inconvenientes que derivarían de una visita vuestra a Cuba. Quizá – insisto en ello – algunas instancias particulares se beneficiarían de ello, pero sería a costa de dañar gravemente la posición de España, los intereses del pueblo español, la libertad de Hispanoamérica y la imagen de la Corona en momentos especialmente delicados. Señor, ¿acaso no será siempre mejor beneficiar a España, al pueblo español, a los pueblos hermanos de Hispanoamérica y a la Corona que a unos empresarios y, sobre todo, a una terrible dictadura totalitaria que ha impedido la libertad y la prosperidad del pueblo cubano desde hace más de seis décadas?
Se despide de vos, con todo el respeto que merecéis, este republicano que desea lo mejor para España y su pueblo, para su rey y para la causa de la libertad en todo el mundo.
Publicado en lavozcesarvidal.com el 22 de octubre, 2019