En las afueras de Colorado Springs, Estados Unidos, un grupo de investigadores descubrió miles de fósiles que muestran cómo la vida en la Tierra se sobrepuso al impacto de un asteroide ocurrido hace unos 66 millones de años. Ese episodio, aunque lejano, es identificado como el responsable de matar a los dinosaurios y otras formas de vida, tanto en la tierra como en el mar.
En conjunto, el tesoro fósil que constituyen dichas piezas documentan un periodo en el que la evolución, esencialmente, logra reiniciarse. Mientras existen registro de innumerables especies que desaparecieron para siempre, algunas plantas y animales lograron recuperaron relativamente rápido en el primer millón de años después de la devastación, incluidos los mamíferos que fueron identificados como los ancestros de la humanidad.
Así lo revelaron un grupo de científicos, autores de una investigación publicada este jueves en la revista especializada Science. “Es la era en la que los mamíferos nacen de las cenizas de la era de los dinosaurios”, explica en el artículo el paleobotánico Ian Miller del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, uno de los líderes del proyecto. “Realmente ilustra cómo nuestro mundo llegó a ser como es hoy”.
La mayoría de los mamíferos fueron exterminados, pero los sobrevivientes rápidamente se apoderaron del nuevo mundo. El número de especies de mamíferos se duplicó en los 100,000 años posteriores al impacto del evento, aseguraron los científicos, e incluso a algunas de las nuevas especies fueron hasta tres veces más grandes que las anteriores a la explosión.
Al mismo tiempo, unos 700.000 años después del evento, la alfombra de helechos que cubría gran parte del suelo terrestre fue reemplazada por bosques de palmeras y luego por bosques de nueces y otros árboles, que ofrecieron nuevas fuentes de alimentos para los mamíferos que se encontraban en un proceso de rápida evolución, dijeron los científicos.
El descubrimiento “refuerza la idea de que la evolución de los mamíferos modernos tuvo que ver con la recuperación posterior al asteroide”, opinó sobre el descubrimiento el paleontólogo Michael Nocacek, rector del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.
De acuerdo con un artículo publicado el jueves en The Wall Street Journal, el hallazgo es el último de una serie de descubrimientos ocurridos este año, que aportaron detalles sobre el momento en el que un asteroide del tamaño de una ciudad impactó en el mar cerca del actual México con la fuerza de un millón de ojivas nucleares.
El golpe provocó terremotos, maremotos, una lluvia global de escombros al rojo vivo y tanto polvo que bloqueó la luz solar en todo el planeta durante décadas, según los estudios científicos.
A principios de esta semana, un grupo de geocientíficos que analizaron la química del plancton fósil de dicho período aseguraron que los océanos se volvieron letalmente ácidos después del impacto, tal vez por las tormentas de lluvia ácida generadas por la lluvia de rocas ricas en azufre pulverizado. Según ellos, ese podría haber sido el motivo detrás de la erradicación de la mitad de toda la vida marina.
Su análisis, publicado en las actas de la Academia Nacional de Ciencias el lunes pasado, sugiere que la vida marina tardó unos 40,000 años en comenzar su recuperación. Hasta ahora, sin embargo, había habido escasa evidencia fósil de cómo la vida en la tierra logró resucitar.
Después de décadas de búsqueda, Miller y el resto de sus colegas que publicaron la investigación en Science hoy encontraron esa evidencia donde menos la esperaban: en una superficie de barrancos, praderas y lechos de arroyos, en la cuenca de Denver llamada Corral Bluffs.
Arqueólogos y paleontólogos habían estado estudiando el pasado en ese lugar desde la década de 1930. Sin embargo, en todo ese tiempo, solo se encontraron algunos fragmentos fósiles que databan de la era del impacto del asteroide.
En el año 2016, los científicos centraron su atención en unas bolas de sedimentos halladas en el área que había sido largamente ignoradas, y que llamaron ‘concreciones’. Esas rocas a veces se formaban alrededor de un fósil, de la misma forma que una perla toma forma alrededor de un grano de arena.
“Recuerdo haber visto una mancha blanca amorfa realmente fea”, dijo el paleontólogo Tyler Lyson en el Museo de Denver, que era uno de los líderes del proyecto. “Lo recogí, lo abrí con mi martillo y pude ver la sección transversal de una pequeña calavera mirándome. Casi con lágrimas en los ojos. Fue pura euforia”, relató sobre el descubrimiento.
Inmediatamente, sus colegas abrieron cuatro concreciones más, hallando nuevos cráneos de mamíferos. “Encontrábamos un cráneo cada 15 minutos una vez que descubrimos qué buscar”, dijo Miller, quien agregó: “Sucedió tan rápido”.
En un terreno que se extiende por más de 27 kilómetros cuadrados, los equipos científicos encontraron más de mil fósiles de animales, además de miles de especímenes de plantas de la época, incluidas hojas, ramas y árboles jóvenes. Todos ellos datan del comienzo de la recuperación tras el impacto.
Docenas de esos fósiles se exhibirán en el Museo de Denver, mientras que se prepara un documental que recogerá estos descubrimientos, un proyecto de Nova producido por WGBH Boston y por el Instituto Médico Howard Hughes.
“Esto será el estándar del futuro”, dijo el primer experto en mamíferos Gregory Wilson de la Universidad de Washington en Seattle. “Voy a usar esto como una vara de medir, mirando la recuperación terrestre desde el evento de extinción masiva”, agregó.