Andrea Palacios, hija de un piloto y de una integrante militar de la Fuerza Aérea venezolana, tenía como destino ser parte del mundo aeronáutico. Desde muy pequeña estuvo involucrada en la aviación y supo, desde el momento en que acompañó por primera vez a su papá a un día de trabajo, que esa sería su vida. Y así lo fue, hasta lograr convertirse este año en la capitana de vuelo más joven de Latinoamérica.
Raylí Luján / La Patilla
Al culminar el bachillerato en 2009, Andrea se dispuso a prepararse en la carrera aeronáutica en una escuela privada con su primer curso en tierra. Mientras iniciaba, el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) anunciaba que su Centro de Instrucción de Aeronáutica Civil (CIAC) estaba nuevamente operativo.
“Estaban haciendo pruebas para el ingreso y ellos ofrecían becas porque las pruebas eran muy difíciles, pero presente a ver qué salía, ya yo había estudiado para ingresar a la Universidad Central de Venezuela en Medicina pero no quedé. La demanda era muy grande pero ya estaba preparada para presentar el examen”, cuenta la joven, quien para ese entonces tenía 17 años.
Andrea finalmente obtiene la opción de cursar Ciencias Políticas en la principal casa de estudios del país y a la par, presenta los exámenes para ingresar en el CIAC, donde fue seleccionada junto a otros 30 postulados. Obtiene una beca y empieza a cursar los estudios de aviación en Maracay.
“Eran las dos carreras a la vez y ese trayecto de ir todos los días desde Caracas a Maracay fue bastante fuerte, casi tres semestres estuve así. Ya finalizando el segundo semestre, dije que no podía y no estaba rindiendo como debía. Me decido irme por la aviación y decido abandonar la UCV. Entro de lleno a mis estudios en el CIAC, duré 2 años y medio para graduarme de piloto comercial y luego de graduada en 2012, ingreso a Conviasa por una oportunidad que se le presentó a los egresados del CIAC”, detalla.
La joven piloto acude al simulador de vuelo Embraer como primer oficial en 2013. Tenía apenas 22 años y era la única mujer de su aerolínea. Recuerda cómo junto a otra compañera, Beatriz, que laboraba para otra compañía aérea venezolana se sorprendió al ver como un año después el resto de las aerolíneas fue captando más mujeres.
“Fue chévere porque dijimos: ‘vamos a ver a otras mujeres, no me van a ver como extraña’”, dice y se ríe. Asegura que el mayor obstáculo que enfrentó aquellos días fueron los paradigmas y barreras que existen mentalmente.
“Me veían muy niña, muy joven, de 22 años y pensaban que no sabía nada, pero eso lo demostré con mis conocimientos, mi trabajo y ya. Después la gente fue entendiendo, que sí sabía. Pero generalmente tenemos esa barrera de que para saber mucho hay que ser muy mayor, o en este caso una carrera masculina, una mujer y joven, como que no tenía la confianza de las personas y luego me lo gané demostrando mis conocimientos”, explica.
Andrea señala que el camino a convertirse en la capitana de vuelo más joven de Latinoamérica aunque fue difícil en cuanto a la exigencia de los estudios y la presión constante de las pruebas aéreas cada seis meses, sostiene que fue bastante afortunada con los compañeros que la acompañaron en el trayecto.
“Creo que diría que tuve la suerte, mis compañeros de Conviasa son agradables, me defienden, me cuidan. Están felices, igual que yo, de que haya podido llegar hasta acá, a dónde llegué y el apoyo ha sido importante”, afirma.
El logro de Andrea ha sido celebrado en las redes sociales y también se ha visto empañado por algunas acusaciones de haber alcanzado el éxito gracias a las conexiones de sus padres con el gobierno chavista.
“Tengo que invitarlos a que investiguen. En el mundo aeronáutico todo está escrito y todo es comprobable. Conozcan cómo se mueve el mundo, que si no es del esfuerzo propio simplemente uno no avanza. Mi papá y mi mamá lo que me pudieron brindar fue su apoyo únicamente en cuanto a alguna duda sobre los estudios, pero a la hora de despegar y aterrizar un avión lo hacía yo sola, entonces los conocimientos y la experiencia que adquirí es mía y no es de más nadie, es gracias a mi esfuerzo propio”, agrega.
Insiste en que haber obtenido el título de la capitana más joven no es un logro que tiene ningún color. “Es un logro que tiene Venezuela y especialmente las mujeres venezolanas, que seguimos demostrando que somos bellas, inteligentes, trabajadoras, aplicadas, tenemos unas características que es bueno que en este momento el mundo sepa que estamos llenos de cosas buenas y creo que es lo más importante ahora”.
Al ser consultada por la crisis que atraviesa el sector aéreo comercial, Palacios prefiere hablar desde su experiencia en Conviasa y ve con buenos ojos que la aerolínea esté abriendo nuevas rutas internacionales hacia Panamá, Nicaragua, República Dominicana, para fortalecerse.
Andrea espera que su éxito pueda ser puente de noticias positivas para el país. “La idea de hacer eco de estas noticias es que las mujeres y los jóvenes nos sintamos apoyados y creamos en que lo que nos planteemos si podemos hacerlo. Los sueños y el conocimiento no tienen ni género ni límite de edad”.
La joven venezolana que luego de establecerse como capitana desea convertirse en instructora del Embraer 190, envía un mensaje a quienes como ella siguen en búsqueda de cumplir sus metas fuera o dentro del país. “No importa el entorno en que nos encontremos, mientras tengamos la certeza y creamos que vamos a cumplir las metas que nos planteamos, lo vamos a hacer. Que creamos en nuestros sueños, que creamos que somos capaces, es el principal obstáculo a vencer. Cuando lo creamos, lo vamos a hacer realidad”, apunta.