La claudicación del presidente encargado, ante la estructura criminal de poder, ha complicado mucho las cosas; tanto que, los “socialistas” de Venezuela, con los recursos que posee, se han dado a la tarea de intervenir en países vecinos, de la peor manera que se ha podido imaginar y además con serias amenazas del régimen usurpador, al decir uno de sus jerarcas que esto: …”es apenas la brisita”… Así, las posibilidades de un cambio político positivos se agotó institucionalmente, cuando el 23 de Enero invocando los artículos 233, 333 y 350 de la constitución nacional, asumió como presidente encargado, el diputado Juan Guaidó. El tiempo sólo ha servido para aumentar el sufrimiento de la población, el enriquecimiento descarado de todo tipo de funcionario público, con mecanismos vulgares como el de la “Misión Venezuela Bella”, la conformación de carteles por parte de funcionarios militares que comercializan alimentos de primera necesidad, la inaccesibilidad y baja disponibilidad de medicamentos; lo cual para algunos es un logro económico, pero realmente es un miserable desprecio a la condición humana.
La realidad observada: vocería inútil, exportación de grupos violentos, agotamiento del formalismo y el lanzamiento de la sociedad venezolana al canibalismo, en una economía de subsistencia y un funcionariado completamente corrompido, sugiere de inmediato, que debemos asumir la conducción del país; “parir los liderazgos”. Haciendo referencia a los conceptos gerenciales; a estas alturas poco importa si los líderes nacen o se hacen. Lo que si debe hacer el líder es sobrepasar un statu quo que independientemente de sus características; en este momento no va a mover un dedo para cambiar la situación y va a optar por lo más fácil. El líder en Venezuela debe hablar como hecho concreto y comparar públicamente entre liberalismo y socialismo, elaborar una propuesta académica que le de sustento al estado liberal y a la economía sana y productiva del país. También este líder deber lograr aglutinar lo mejor de la sociedad venezolana; sin menospreciar a ninguna persona, pero si asumiendo que el diseño y planificación de un país debe estar dirigido por el mérito y la virtud; aunque frente a las leyes todos seamos iguales.
Pero lo más importante es, que el líder debe imaginar y crear escenarios nuevos, diferentes, de verdaderas oportunidades, inclusive sobrepasando las formalidades, no puede este liderazgo esperar fenómenos imposibles en el escenario actual y dando más tiempo a la nada. Ir por lo alto e integrar elementos políticos, económicos, militares y espirituales, lograr la necesaria y urgente alianza para doblegar y derrotar a los tiranos y males, los cuales arrastramos desde el siglo pasado. Este liderazgo a nivel nacional debe plantarse de una vez por todas y salir a buscar la solución: formular tratados, planificar y coordinar la movilización definitiva, su tiempo de duración, los incentivos, entre otros elementos. En conclusión este agente-líder, con el mandato de conducir la acción internacional, debe concretar la solicitud de apoyo. Lo demás sería claudicar también, estancarse en el lodo de la pasividad, consolidar la convivencia con el mal y perpetuar la Venezuela de esclavitud, miseria, atraso y conformismo.