En las últimas semanas he tenido la valiosa oportunidad de asistir a varias charlas y conferencias de mi querido y admirado amigo, el Dr. Manuel Barroso.
Manuel es un venezolano de primera línea. Es un experto consultor organizacional de larguísima experiencia, autor de más de diez libros, comprometido en el desarrollo y el crecimiento de las personas y empeñado en un extraordinario plan de transformación cultural del venezolano.
Manuel afirma que en una sociedad, el marginal es aquel individuo que tiene un nivel sumamente bajo de conciencia. Yo concuerdo 100% con ese análisis.
Generalmente se señala como marginales a las personas pobres, a las personas con pocos o nulos recursos económicos. Nada más lejos de la realidad: el ser marginal es un asunto mental, no una situación económica.
Los barrios y las zonas populares de Caracas y de Venezuela en general están llenos de seres con un altísimo nivel de conciencia. Por supuesto, como en todos los estratos de una sociedad, allí también hay marginales. Pero contados.
¿Qué es tener un bajo nivel de conciencia? Pues muy simple: por ejemplo, no tener conciencia sobre sí mismo. No tener principios o valores. No tener límites. No saber lo valioso o productivo o beneficioso que se puede ser para la sociedad.
Ser marginal también es no tener nivel de conciencia sobre el otro. No importarle. Llámese “el otro” su propia pareja. O sus propios hijos. O su propia familia.
Resbalarle lo que ocurre en su entorno. En su comunidad. En su propio edificio o su propia urbanización. Y por ende, no importarle el país donde vive, ni su destino.
¿Era Hitler un marginal? Sin duda alguna. Algunos lo definen como un gran líder. Nada que ver. Líder para mi es quién inspira a otros a emprender proyectos positivos para una sociedad, no quién inspira a otros al crimen.
¿Fue Chávez un marginal? Por supuesto. De marca mayor. Aunque él se autodefinía como “pata en el suelo”, realmente nunca fue pobre económicamente hablando. Pero sí mentalmente. Un tipo cuyo mejor proyecto en la vida fue llevar a Venezuela al estado en el que está no puede reflejar sino una mente marginal.
Lo que a Chávez le importaba realmente era él, su “grandeza”, su necesidad de hacer historia. Nunca Venezuela. Curiosamente pontificaba sobre “elevar el nivel de conciencia”.
Evidentemente, un sujeto que ni propia conciencia tenía, difícilmente estaría en capacidad dar el ejemplo a otros. El resultado quedó a la vista: durante buena parte de estos 20 años el nivel de conciencia no hizo sino descender en grandes capas de la población.
De marginales está lleno el régimen venezolano. Desde Maduro y Diosdado hasta altos cargos militares. Y sus entornos. Sólo piensan en su lucro, en su beneficio personal. No hay conciencia de país. Y menos “del otro”.
Ni hablar de los boliburgueses, los bolichicos, los enchufados. Pueden satisfacerse nadando en dinero. Pero son unos lamentables marginales.
Y también algunos políticos de oposición. No sólo dentro de Venezuela, ya plenamente identificados. También fuera. Algunos – a Dios gracias una minoría – han conseguido la manera de pasar estos duros años resolviéndose cómoda y económicamente. Con la excusa engañosa de estar “exilados, salvando el país”.
No saldremos bien de esta dura etapa que nos ha tocado transitar a los venezolanos si no atendemos la marginalidad en la que permanecen muchos de nuestros dirigentes, y también muchos de nuestros compatriotas.
Si no comenzamos a tomar conciencia acerca de nuestras responsabilidades para con nosotros mismos, para con los demás y para con el país, nos va a costar mucho superar esta tragedia y afrontar con éxito los retos por venir.