El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó el sábado un ataque contra un campamento militar perpetrado la víspera en el que murieron 54 personas, uno de los saldos más elevados desde que los yihadistas irrumpieron en el norte del país en 2012.
“Soldados del califato atacaron una base militar donde están estacionados elementos del ejército apóstata maliense en el pueblo de Indelimane, en la región de Menaka”, indica el EI en un comunicado firmado “Provincia África del Oeste”, publicado en Telegram. El grupo habla igualmente de “enfrentamientos con diferentes tipos de armas”.
Este mensaje llega una semana después de la muerte del líder del EI, Abu Bakr Al Bagdadi, en una operación militar estadounidense en Siria.
El ataque del viernes crea interrogantes sobre la capacidad de acción del ejército maliense en esta región fronteriza con varios países, especialmente Níger y Burkina Faso, blanco igualmente de ataques yihadistas.
El sábado por la mañana, un soldado francés murió también en el noreste de Malí, cerca de la frontera con Níger, después de la explosión de un artefacto a unos 20 km de Indelimane, que fue igualmente reivindicada por el EI.
En cambio, el portavoz del estado mayor francés, el coronel Frederic Barby, dijo poco antes que no tenía “ninguna relación” con el ataque ocurrido el viernes en la misma localidad.
El asalto del viernes de Indelimane, en Ansongo, cerca de Menaka (noreste), fue calificado de “terrorista” por las autoridades malienses antes incluso de que el EI lo reivindicara.
Este se produce un mes después de la muerte de 40 soldados en dos ataques yihadistas el 30 de septiembre y el 1 de octubre en el sur del país, cerca de Burkina Faso, según un balance de un responsable del Ministerio de Defensa. Varias fuentes estiman que este saldo está infravalorado.
– “Ataque sorpresa” –
“Los terroristas perpetraron un ataque sorpresa a la hora de la comida. Vehículos del ejército fueron destruidos”, declaró el sábado a la AFP un oficial del ejército maliense.
Después del asalto, se halló a una veintena de supervivientes, añadió el ejército, que cuenta con “tres heridos y daños materiales”.
La Misión de la ONU en Malí (Minusma) condenó “enérgicamente el ataque terrorista” y afirma que “se están llevando a cabo operaciones de seguridad en la región con el apoyo de los cascos azules”.
“Esta sangría que vive Malí no puede continuar. ¿Quieren que nos resignemos a este calvario?”, lanzó el sábado en Bamako el imán Mahamoud Dicko, influyente religioso maliense.
Por su parte, el senegalés Alioune Tine, defensor de los derechos humanos e icono de la sociedad civil africana, pidió una movilización africana. “Si África no se moviliza por Malí y Burkina, será víctima del reguero de pólvora que pronto alcanzará los países costeros de África del Oeste, el próximo blanco” de los yihadistas.
El primer ministro de Burkina Faso, Christophe Joseph Marie Dabiré, dijo sentirse “afectado tras esta barbarie incalificable”.
Vecino de Malí, Burkina Faso es víctima desde hace cinco años de una espiral de violencia atribuida a movimientos yihadistas, algunos afiliados a Al Qaida y otros al grupo EI. Desde 2016, 204 militares murieron en ataques yihadistas.
La violencia comenzó en el norte de Malí, que cayó en manos de grupos yihadistas vinculados a Al Qaida entre marzo y abril de 2012, aprovechando la derrota del ejército frente a la rebelión de mayoría tuareg, que en un principio era aliada a estos grupos y después fue apartada.
Los yihadistas fueron en gran parte expulsados o dispersados tras el lanzamiento en enero de 2013 de una intervención militar, a iniciativa de Francia, que continúa actualmente.
Sin embargo, la violencia yihadista persiste y se propaga desde el norte al centro del país, y hacia Burkina Faso y Níger, mezclándose a menudo con conflictos intercomunitarios que han dejado cientos de muertos.
AFP