Una peligrosa ola de xenofobia recorre la región suramericana tras la masiva llegada de los venezolanos que huyen del derrumbe revolucionario. El penúltimo capítulo se vivió esta semana en Perú, cuando un grupo de vecinos furibundos intentó tomar por asalto el Hospedaje Casa Blanca en el distrito limeño de Ate. En su interior, 25 venezolanos atemorizados resistieron hasta que la policía peruana intervino para poner paz.
Por: Daniel Lozano – El Mundo
“Atentaron con piedras, palos y botellas contra su integridad física, incluyendo mujeres embarazadas y niños inocentes”, denunció en un comunicado la Embajada venezolana en Perú. El Gobierno de Martín Vizcarra reconoce al presidente encargado, Juan Guaidó, quien nombró a su embajador en el país andino. Los venezolanos fueron desalojados, pese a que tenían los documentos en regla y no habían provocado ningún altercado previo.
Perú y Ecuador, y en menor medida Brasil, acumulan varios incidentes parecidos, incluso con la participación de políticos locales. Una asamblea vecinal en Cuzco aprobó el mes pasado la expulsión de venezolanos de su municipio. La Defensoría del Pueblo amonestó de inmediato a los asambleístas, también al alcalde que insultó (“son lampen”) a los criollos.
Durante la sublevación indígena en Ecuador, dirigentes comunitarios acusaron al gobierno de Lenín Moreno de desviar recursos de la gasolina para pagar las tarjetas alimenticias de los venezolanos. “El paquetazo se realiza porque este gobierno quiere mantener a esos pinches venezolanos”, arengó en Imbabura uno de los líderes durante las protestas, lanza en mano, en un fake descomunal: esa ayuda alimenticia para los emigrantes la proporcionan el Programa de Alimentos de la ONU y ongs estadounidenses.
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