Los roedores, en este caso ratas y ratones, han proliferado en distintos puntos del Táchira, especialmente en San Cristóbal, hecho que preocupa a los habitantes del estado, que piden una mayor atención por parte de las autoridades competentes.
Por Nancy Porras / lanacionweb.com
La multiplicación de los roedores se debe en gran medida a la acumulación de basura. Desde hace más de un año no se recogen los desechos con la debida constancia y esto se convierte en un ambiente propicio para que los ratones tomen estos lugares, aumentando los niveles de insalubridad, dijo la señora Albertina Duque, quien vive cerca de La Guacara.
“En la noche, si uno sale en silencio, y más cuando no hay luz, ve la ratas. Son muchas, por todos los techos. Es horrible. A mi casa se acerca una todas la noches; de verdad no sabemos qué hacer”, expresó.
“Yo trato de taparles todos los huecos posibles, pero veo que son como ‘plásticas’, pasan por el hueco más pequeño, y me da miedo porque tengo dos de mis nietas viviendo conmigo y estos animales producen muchas enfermedades”, narró.
“Y eso no es lo peor. Tengo una hija que vive en Palo Gordo y me dice que en su casa ha visto con mucha frecuencia ratones pequeños, sobre todo en la cocina”, expresó.
Portadores de enfermedades
Juan Sarmiento, quien vive en las inmediaciones del Terminal, narró que desde hace más de un año los vecinos ven con preocupación que la mayoría tiene roedores en sus casas.
“Todos estamos angustiados porque este tipo de animal es el transmisor, entre otras enfermedades, de la leptospiroris, que si no es tratada o diagnosticada a tiempo puede ser mortal, y este momento de crisis, que no se consiguen los medicamentos, es peor”, dijo.
“No sabemos por qué causa, pero ya los ratones se ven a cualquier hora del día en las casas. Debe ser por tanta basura en la calle; una ciudad, lamentablemente, muy sucia”, hecho que llama la atención y que de alguna manera dice que hay más de uno de estos animales en casa.
“Matamos seis ratas”
“En mi hogar, hace dos semanas, duramos desde la nueve de la mañana, hasta la dos de la madrugada, porque queríamos matarlos. Estábamos cansados. Todas las noches, después que se apagaba la luz, comenzaban a roer la madera en la cocina y no dejaban dormir; pero logramos matarlos, eran seis, o sea muchos”, contó la señora Ana Sanabria, quien vive en Barrio Obrero.
También se pudo conocer que hay edificios donde la gente del condominio pide determinada cantidad de dinero para mandar a fumigar, porque en muchas oportunidades ya han conseguido ratas y ratones en las escaleras.