Los ciudadanos latinoamericanas toman las calles de manera masiva, pacífica y violentamente. Protestan contra sus sistemas políticos y económicos. La gente que sale a protestar es reprimida por su rebeldía. Hay muertos, desaparecidos, heridos en todos sus niveles. Los militares retoman un protagonismo indeseado. Se revela que el neofascismo pelea un lugar y también defiende sus espacios. La marchitada democracia se defiende en las urnas, en elecciones que demuestran que ninguna fuerza política llegó para quedarse, nada es eterno… nada es para siempre. Las sociedades son castigadas por las complejas crisis sociales, políticas y económicas. La gente se agota, rechaza categóricamente los largos gobiernos que además se defienden con narrativas imaginarias, que rayan en la ficción por mantener el poder. Emerge la polarización, la lucha del poder por el poder sin sentido común, sin la razón y menos por un bienestar común.
Tengo visión compartida con Stefanon en su ilustración sobre la temática de la protesta en América Latina llega a sus primeras síntesis, la autoridad de la clase política ha quedado evidenciada las últimas semanas, aunque la demanda de nuevos liderazgos se viene manifestando desde hace meses, sino años. La fuente de inestabilidad es total, “En Chile en la última elección votó menos del 50% de los habilitados; en Bolivia más de la mitad del país cree que en las elecciones hubo fraude; en Ecuador el sucesor de Correa dio un giro significativo en sus alianzas y discursos ideológicos; en Brasil se votó por uno de los favoritos, Lula preso y acusado de corrupción; en Perú todos los ex presidentes terminaron en la cárcel por el caso Odebrecht y uno se suicidó”.
No se trata tanto de interpretar, pues, el malestar en el eje izquierda o derecha. El último Latinobarómetro ya apuntaba en esta línea. Para el 75% hay una percepción de que se gobierna para unos pocos y que los Gobiernos no defienden los intereses de la mayoría. Según el estudio, solo el 5% opina que hay democracia plena; el 27% que hay pequeños problemas; el 45%, grandes problemas y un 12% considera que no se le puede llamar democracia a lo que hay hoy en día. Más allá, el promedio de quien considera democrática a América Latina es de 5,4 en una escala de 1 a 10.
En nuestro contexto, es evidente la amenaza política se establece a través del poder. Foucault dice que “todo poder es un modo de acción de unos sobre otros. Se ejerce el poder cuando unos individuos son capaces de gobernar y dirigir conductas. Conducir conductas implica gobernar, y gobernar constituye la forma más acabada del poder”. El poder como gobierno no resiste en el tiempo, la idea de un sometimiento absoluto en la conducta de la gente; en contradicción el poder revolucionario se enfrenta a sus propios límites o decadencia por ejemplo: la posibilidad que germine contundencia la rebeldía del todo social, convocando el rescate del voto como sustancia significativa de toda democracia.
La complejidad de las protestas política, económica y social, convoca cualquier escenario electoral, no se puede descartar con garantía del voto y elecciones competitivas: comicios generales. En el país se observa el agotamiento de su clase política /dirigentes. El ciudadano en un 55% se identifica más con un escenario de cambios gobierno municipal, regional y central, a través de la vía democrática y constitucional. La elecciones generales, una propuesta para refundar el país, son una alternativa para resolver la problemática política inmediatas, frente a discurso ideológico trasnochado, sin visión de futuro, deslizándose en lo aburrido y repetitivos que encuentran rechazo casi unánime por parte de 80%, es decir la mayoría de los venezolanos. La situación de Venezuela está conectada a una crisis económica en ascenso por ahora indetenible, como consecuencia de un modelo económico reconfigurado sobre la base de un incomprensible neo marxismo, articulado en su dinámica a la ingobernabilidad y la corrupción, teniendo como consecuencia inevitable el fracaso en lo económico y social, ante el fracaso germina con todo derecho la protesta
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