El país estalló y Morales se vio obligado a renunciar, no sin antes provocar que sus grupos de choque, con ayuda cubano-venezolana, atentaran contra muchos adversarios. La tragedia de Limbert Guzmán, el muchacho cochabambino de 20 años, simboliza aquel horror. El otro lado, furibundo por el fraude, también comete atropellos. Desbordada la policía, el país se encamina a la guerra civil. El jefe militar, aliado hasta entonces de Morales, decide no acatar órdenes de reprimir a la población. Amparándose en un artículo de la ley orgánica castrense, le sugiere a Morales, con imprudencia, renunciar, algo que era previsible ante la ausencia de represión militar contra las protestas.
El general no se convirtió en presidente ni colocó a nadie en la presidencia. Creía, como medio mundo, que el presidente del Senado, aliado de Morales, asumiría la Presidencia, por ser el segundo en la línea de sucesión (el primero, que es el vicepresidente, brazo derecho de Morales, renunció junto con él). Pero, asesorado por Cuba y Venezuela, el renunciante Morales hace que dimitan los jefes de la Asamblea Legislativa y no asistan sus parlamentarios para impedir una sucesión en el Senado y provocar el vacío de poder. Ante la renuncia del presidente del Senado, sin embargo, asumió el mando de esa institución la vicepresidenta senatorial, Jeanine Áñez, con pleno aval del TCP, por lo cual le correspondió asumir la Presidencia interina de la república y salvar el vacío de poder.
Bolivia, gracias a eso, celebrará nuevas elecciones con observadores internacionales y la señora Áñez le entregará el mando la persona surgida de las urnas libres. Albricias.
Publicado en el diario ABC (España) el 17 de noviembre de 2019