El radicalismo que se está viviendo en Venezuela pone en peligro al único bastión que nos queda a quienes nos oponemos al desgobierno de Nicolás Maduro: la Asamblea Nacional.
Designar a las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE), para que estas organicen elecciones presidenciales y no las legislativas que corresponden en 2020, coloca a los actuales diputados a la Asamblea Nacional en una situación embarazosa y peligrosa.
Algunos dirigentes políticos que hacen vida en el parlamento están sufriendo – salvando las distancias –, los mismos síntomas del paciente ambliope: hay una disminución de la visión por falta de sensibilidad en la retina, lo que hace que uno de los ojos no se estimule correctamente mientras el cerebro favorece al otro ojo. Están viendo lo que quieren ver (elecciones presidenciales) y no lo que más conviene al país (elecciones legislativas).
No estamos justificando a Maduro y a “la mesita” ni atacando a Juan Guaidó, el G4 o al Frente Amplio. Estamos intentando trazar una vía que permita construir una alianza perfecta entre todos los factores que adversamos a este gobierno y al modelo de destrucción impuesto en casi 21 años.
Sabemos que Maduro no abandonará el cargo ni porque se lo pida el Papa Francisco. No le interesa ceder el poder político. Si lo hace, él y los suyos pierden todas las prerrogativas obtenidas en dos décadas, pero además corren el riesgo de que en un verdadero Estado de derecho y de justicia los juzguen por los delitos cometidos, incluidos los financieros y los relacionados con la violación sistemática de los Derechos Humanos.
El poder envilece. Y en un Estado totalitario como el venezolano, el poder sobrepasa los mandatos constitucionales y legales incurriendo en abuso, modificando la Constitución y las normas jurídicas a conveniencia; utilizando los poderes públicos para meterle una zancadilla al que piense distinto; y usando la fuerza pública no para restablecer el orden o combatir la inseguridad, sino para herir, matar o privar de libertad a una persona sin motivos fundados.
En consecuencia, es necesario entender que Maduro no se medirá libremente en elecciones hasta tanto tenga todas las condiciones electorales a su favor. Y quienes están en la oposición también deben comprender el hecho de que no obtendrán el dream team ni el escenario perfecto que – en teoría –, establece la Constitución Nacional para ir a elecciones.
Alianza perfecta
¿Qué hacemos entonces? Discernir qué quiere la gente y dejar de lado las mezquindades, los egoísmos, los protagonismos, los intereses personales. La gente no quiere un “quítate tú pa’ ponerme yo”.
Los venezolanos están cansados de esta realidad y quieren que Nicolás Maduro se vaya y dé paso a un equipo de personas capaces de poner en práctica políticas públicas tendientes a generar empleos, a reactivar la producción nacional, a promover el emprendimiento, a garantizar seguridad jurídica a inversionistas locales y extranjeros, a proteger la vida y bienes de los ciudadanos, a respetar los Derechos Humanos, a recuperar los servicios públicos, a certificar el buen funcionamiento de los hospitales y escuelas, a trabajar por el bien común.
La Asamblea Nacional legisla y controla, no ejecuta. Y pese a todas las trabas que desde el resto de los poderes públicos se les ha puesto – desde anular la incorporación de tres diputados por el estado Amazonas, decretar el desacato del cuerpo legislativo, quitarle autonomía en la ejecución de sus recursos financieros, paralizar la transferencia de recursos para el pago de dietas y nóminas, hasta la persecución, agresión física y encarcelamiento de algunos de los parlamentarios –, el Legislativo sigue en pie y se ha convertido en la última fortaleza para resistir los ataques del enemigo. Pero además, en la única instancia legítimamente constituida reconocida por una parte importante de la comunidad internacional.
¿Y están pensando en entregársela al chavismo? Hay que medirse en las elecciones legislativas y no solamente participar, hay que ganar la Asamblea Nacional por mayoría calificada – como ocurrió en 2015 –, y defender esos resultados para evitar que Maduro le ponga la mano y termine de instaurar, a través de ella, el socialismo como sistema político, económico y social en Venezuela.
Propongo a todos los presidentes, secretarios generales y coordinadores nacionales de los partidos políticos legalizados por el CNE, de aquellos conformados a la sombra del chavismo que marcaron distancia con Nicolás Maduro, y también de las organizaciones con fines políticos proscritas por el ente comicial que siguen luchando contra este desgobierno, celebrar una convención nacional para debatir lo que está ocurriendo y suscribir un acuerdo, un pacto de honor en beneficio del país, que derive en la conformación de una alianza perfecta para acudir a las elecciones legislativas de 2020.
Sigamos trabajando en todos los escenarios previstos en la propia Constitución. No le demos la espalda a esos 14 millones de venezolanos que en 2015 lograron una victoria importantísima escogiendo una Asamblea Nacional de mayoría opositora. Tan importante fue ese triunfo que ha llevado a Maduro a saltarse, año tras año, todas las consideraciones legales para imponer su modelo fracasado a troche y moche.
Venezuela merece una Alianza Perfecta y desde ACEP tendemos el puente para lograrla.
@griseldareyeq