Indígenas pemones no tienen paz. La guerra por el control del oro y la amenaza de ser despojados de sus tierras los mantienen en alerta. La reciente matanza de Ikabarú, con al menos ocho asesinados, se suma a las masacres en Bolívar que permanecen impunes.
La matanza en Ikabarú, comunidad indígena de Gran Sabana, ocurrió la noche del 22 de noviembre. Al día siguiente viajó el gobernador de Bolívar, Justo Noguera Pietri, prometió la pronta entrega de los cuerpos a los familiares. Esto no fue así, ya que alegaron que seguían las averiguaciones y exámenes forenses.
El pueblo también fue tomado por la Guardia Nacional. Esto no fue bien recibido. Walter Torres, el capitán de Parkupik, una comunidad del sector 7 de Ikabarú, advirtió que estaban en alerta. El accionar de Noguera en casos anteriores los hace dudar, ya que no descartan que organismos de seguridad estén involucrados en la reciente masacre.
“Denunciamos al régimen de cualquier ataque a la comunidad, cuyo único interés es despojarnos de nuestras tierras para su convenio con otros gobiernos», dijo.
Ikabarú tomado
El martes en la noche, otro audio del capitán de Parkupik advertía sobre la presencia de un grupo armado en la zona.
«No sabemos quién está detrás de todo eso, pero hay un grupo armado que está tomando el control del sector 7. Están cerca de mi comunidad, están en un lugar llamado Fariñeo, a unos 2000 o 3000 metros aproximadamente. No sabemos qué va a suceder, nos sentimos bajo amenaza», manifestó Torres.
Aseguró que enfrentarían pacíficamente a los grupos, pero si tomaban otras medidas, no huirían de la comunidad. “Nuestro municipio está siendo azotado solamente para poder tomar control de nuestro territorio”, agregó.