“Tienes más chances de ser golpeado por un tornado, un rayo y un huracán, todo al mismo tiempo, que de ser impactado por un meteorito”.
Por: BBC
Eso anticipó el astrónomo Michael Reynolds cuando fue consultado por la revista National Geographic sobre cuán posible es que te golpee una roca que viaja desde el espacio.
El motivo no es que no haya suficientes meteoritos que alcancen la Tierra. De hecho, según un estudio uruguayo citado por la revista Cosmos unos 17 impactan sobre la superficie terrestre cada día.
Sin embargo, la vasta mayoría cae sobre océanos o en zonas remotas.
Esto explica por qué tus posibilidades de morir por el impacto de un meteorito es de 1 en 1.600.000 y por qué Reynolds, autor del libro “Estrellas fugaces: una guía sobre meteoros y meteoritos”, afirma que tienes más chances de ser alcanzado por un rayo, un huracán y un tornado al mismo tiempo.
Sin embargo, hubo una persona que tuvo tal “suerte”.
Se llamaba Ann Hodges y pasó a la historia por protagonizar el único caso oficialmente registrado de alguien golpeado por un meteorito.
¿Qué pasó?
Hodges dormía la siesta plácidamente en su casa, en Sylacauga, un pueblo rural en Alabama, en el sudeste de Estados Unidos, en la tarde del 30 de noviembre de 1954, cuando de pronto tuvo un brusco despertar.
Sintió un fuerte golpe en la cadera y cuando abrió los ojos vio que su casa estaba llena de humo y escombros.
Tras el susto inicial, ella y su madre, quien también se encontraba en la casa, descubrieron que tenían un gran agujero en el techo. Su aparato de radio también estaba destrozado.
Luego descubrieron lo que había causado todo ese daño: una roca negra del tamaño de un melón que había entrado por el techo y rebotado sobre la radio antes de golpear a la pobre Ann, quien en ese momento tenía 31 años.
Las mujeres llamaron a la policía y a los bomberos, quienes convocaron a un geólogo del gobierno que trabajaba en una excavación cercana para que acudiera hasta el lugar para identificar la extraña roca.
El experto determinó que se trataba de un meteorito, como se conoce a cualquier roca que llega desde el espacio.
Las autoridades decidieron entregárselo a la Fuerza Aérea para que lo inspeccionara. Después de todo, era plena Guerra Fría y había que descartar cualquier complot soviético.
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