Antes de que finalice 2019, el primer Modelo 3 de manufactura China saldrá de la planta de producción de Tesla en Shanghái. Cuando eso suceda, será un raro caso en el que Elon Musk, el célebre y disperso CEO de la compañía, haya logrado cumplir uno de sus ambiciosos plazos.
Por Dana Hull y Chunying Zhang en Bloomberg | Traducción libre del inglés por lapatilla.com
Musk pasó buena parte del año pasado en modo de crisis, luchando, entre otras cosas, con la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (por haber incumplido un acuerdo sobre su uso de Twitter) y con un espeleólogo británico (a quien Musk acusó falsamente de pedofilia en 2018).
Las cosas van mejor en Shanghái, donde en octubre, la eléctrica estatal State Grid Corporation of China abrió la primera línea de transmisión para que la electricidad llegue a la gigafábrica de Musk.
La agencia de noticias Xinhua informó que Tesla solo necesitó 168 días hábiles, unos seis meses, para que los permisos y la tramitología se materializaran en una reluciente nueva planta.
“Eso es bastante rápido, incluso para los estándares chinos”, dice Ivan Su, analista de Morningstar. Musk ha dicho que la planta de Shanghái producirá al menos mil vehículos por semana para fines de este año, un volumen que la fábrica original en California pasó meses intentando alcanzar. El 23 de octubre Tesla anunció que había comenzado a producir vehículos en calidad de prueba.
La enorme atención que Tesla presta a China tiene sentido. A pesar de un arancel de importación del 25 por ciento, el país ya es el segundo mercado más grande de la compañía, apenas por detrás de Estados Unidos y por delante de Noruega y los Países Bajos. Y aunque la demanda en Estados Unidos probablemente disminuirá a medida que expiren los créditos fiscales federales para los automóviles de Tesla, el mercado chino de automóviles eléctricos sigue siendo fuerte, gracias a las regulaciones que han hecho que sea más caro poseer un automóvil a gasolina.
Las ventas de vehículos eléctricos, que incluyen automóviles a batería e híbridos, alcanzaron un millón 200 mil dólares en China en 2018, una cifra que representa más de la mitad de los vehículos eléctricos vendidos en todo el mundo ese año, según datos del Centro de Investigación en Energía Solar e Hidrógeno Baden-Württemberg.
Construir la gigafábrica china le ha permitido a Tesla reducir los gastos de transporte y evitar el arancel de importación. El precio inicial de su sedán de manufactura local, que solo se venderá en China, es de 328 mil yuanes (46 mil dólares), lo que hace que la marca estadounidense de lujo sea más competitiva frente a fabricantes nacionales de menor costo, como BAIC Motor y BYD, que ofrecen sedanes por unos 200 mil yuanes.
Gracias a un cambio regulatorio anunciado el año pasado, el Modelo 3 también será el primer automóvil producido en China por una fábrica que pertenece en su totalidad a una empresa extranjera, lo que lo convierte en un raro ejemplo de cooperación mundial en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Musk ha viajado con frecuencia a China.
En agosto apareció con Jack Ma de Alibaba Group Holding en un evento de inteligencia artificial en Shanghái y luego se reunió en Beijing con funcionarios del gobierno, entre ellos el ministro de transporte, Li Xiaopeng. También se le vio comiendo en la capital china por las mismas fechas.
Poco después, Tesla recibió una exención del impuesto chino del 10 por ciento a las ventas de automóviles. Por lo general, solo los vehículos eléctricos fabricados por compañías chinas quedan exentos de ese impuesto.
La estrecha relación de Musk con China lo coloca en una posición políticamente delicada, sobre todo en un momento en que Google, la NBA y otros negocios han sido criticados por cooperar con Beijing. Esa puede ser la razón por la cual Musk, que nunca ha tenido reparos en tuitear lo que piensa, ha sido sumamente cuidadoso sobre el tema, guardando silencio o limitándose a repetir tópicos sobre lo genial que es el país asiático.
Hasta ahora, la estrategia parece estar funcionando. El analista de Morningstar señala que la rapidez con la que Tesla pudo adquirir terrenos y obtener préstamos de bancos estatales sugiere que Musk tiene un fuerte apoyo de Beijing, al menos por ahora.
“Lo que me sorprendió es el poco tiempo que tardó el proceso regulatorio en ser aprobado por el gobierno chino”, dice. “Cuando quieren, pueden agilizar los trámites”.