En una economía que asfixia el bolsillo de los zulianos, para adquirir productos que garanticen la elaboración de dulce de lechosa con piña, manjar, majarete, hallacas, pan de jamón, pernil, ponche de crema, pasticho, pollo relleno, jamón planchado, panetone, almendras, avellanas, uvas, vinos, turrones, chocolates y otros rubros que se hace cuesta arriba tenerlos en su totalidad en la mesa el 24 y 31 de diciembre.
Por Alexander Arteaga / laverdad.com
Se prioriza poner en la mesa, lo más importante según el presupuesto y el caso de cada familia, donde todos estén alegres y satisfechos por lo que se tiene para compartir.
La nostalgia se adueña del lugar cuando los que quedan en el país que se reúnen para la elaboración de los platos navideños y no está presente el que “amarra bien las hallacas” porque ahora vive en Chile o la tía que sazona el pernil con ese toque único de la receta que heredó de la abuela tampoco está, ya que se mudó a Ecuador.
Entre gaitas, las canciones de Billo’s, música bailable zuliana, se pasean los recuerdos de cuando todos estaban reunidos en casa bailando y disfrutando unidos como en otrora.
Cuando falta poco para la cena, empiezan a llegar fotos tipo selfies, notas de voz y mensajes al grupo familiar de WhatsApp, videos llamadas para tener detalles de la celebración por las fechas que guardan especial importancia para todos. Para enterarse de cómo la están pasando.
Sea aquí o allá, la Navidad es una oportunidad para encontrarse con los seres queridos, para compartir y darle gracias a Dios por la salud, por lo mucho o poco que se tiene, pero siempre unidos desde la distancia tal como lo permite la tecnología actualmente.