Ingresar al Cementerio Municipal de Valencia es toparse con zonas enmontadas, tumbas profanadas y hasta encontrar en el camino uno que otro ataúd fuera de la fosa. También llaman la atención los diversos rituales de brujería que se practican sobre algunas tumbas. Una realidad que se repite en muchos cementerios en otras entidades del país.
Por Leomara Cárdenas / Crónica Uno
Si un persona fallece y sus familiares toman como opción realizar el sepelio en el Cementerio Municipal de Valencia, debe tomar en cuenta que el camposanto se encuentra colapsado, porque ya no cuenta con espacios para cavar tumbas, de acuerdo con lo queinforman los administradores del lugar.
La solución que han encontrado es ofrecer fosas compartidas. Es decir, desentierran los cuerpos de fallecidos que tengan data de más de diez años de muerte y que sus familiares no hayan realizado el pago del mantenimiento y los otros deudos tienen un nuevo puesto para sepultar a su pariente. Esto tiene un costo de 120.000 bolívares, además debe llevar unos 12 tabelones de arcilla, 6 kilos de cemento y una bolsa de arena lavada para poder realizar el sepelio.
Luis, como quiso identificarse el encargado de realizar las exhumaciones en el Cementerio Municipal de Valencia, explicó a Cronica.Uno que en un día pueden extraer de 15 a 25 ataúdes. Los restos que encuentran los colocan un poco más abajo. Han tenido casos que han hallado cuerpos momificados, lo que los lleva a envolverlos en bolsas y colocarlos al final de la tumba.
En estas cuadrillas de exhumación hay cerca de ocho hombres, que extraen los cuerpos y los ataúdes oxidados sin ninguna protección para resguardar su salud. Omiten el uso de guantes y tapabocas. Alegan que lo único que encuentran es ropa y huesos.
Estos cuadrilleros ofrecen por 400.000 bolívares el combo para entierros, es decir proporcionan el cemento, la arena y los tabelones.
Luis comentó que en el Cementerio Municipal de Valencia, que se encuentra al sur de la capital carabobeña y está rodeado por al menos tres barriadas, es un lugar seguro, que ya no presentan tantos hechos de delincuencia como en años anteriores. “Los malandros se han ido”, aseguró.
También explicó que el camposanto no tiene el mantenimiento que se merece, porque no cuentan con el personal necesario.
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