Al menos 25 combatientes iraquíes murieron en la frontera entre Irak y Siria, en bombardeos de represalia del ejército estadounidense contra una facción proiraní.
Estados Unidos había prometido una “respuesta firme” a la multiplicación de ataques contra sus intereses en Irak, responsabilidad según Washington de facciones pro-Irán.
Irán estimó por su parte que estos ataques muestran “el apoyo al terrorismo” de Washington porque las Brigadas del Hezbolá –la facción blanco del ataque del domingo por la noche– pertenece a Hachd Al Shaabi, una coalición de paramilitares formada para luchar contra el grupo Estado Islámico (EI) e integrada en su mayoría por fuerzas de seguridad iraquí.
Los ataques estadounidense han provocado “25 muertos y 51 heridos, combatientes y comandantes, y el balance podría aumentar”, indicó este lunes Hachd Al Shaab.
Los bombardeos estadounidenses se centraron en bases y depósitos de armas de las Brigadas en la frontera entre Irak y Siria, según el portavoz del Pentágono, Jonathan Hoffman.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, dijo que los ataques fueron exitosos, y no descartó nuevas acciones.
“Los ataques fueron exitosos. Los pilotos y las aeronaves regresaron a la base de forma segura”, dijo Esper a la prensa después que los aviones de combate F-15 atacaran cinco objetivos.
Por su parte, el secretario estadounidense de Estado, Mike Pompeo, señaló que Washington “no aceptará que la República Islámica de Irán realice acciones que pongan en peligro a hombres y mujeres estadounidenses”.
Varios políticos iraquíes consideran una “amenaza” la presencia de 5.200 soldados estadounidenses en su territorio.
El portavoz militar del primer ministro saliente, Adel Abdel Mahdi, denunció una “violación de la soberanía iraquí”, mientras que las Brigadas del Hezbolá pidieron “expulsar al enemigo estadounidense”.
Otra facción pro-Irán, Asaib Ahl Al Haq, uno de los grupos armados más poderosos de Irak y cuyos responsables fueron recientemente blanco de sanciones de Washington, afirmó que “la presencia militar estadounidense se ha convertido en un lastre para el estado iraquí y, sobre todo, en una fuente de amenazas”.
“Ahora es imperativo hacer lo que sea para expulsarles por todos los medios legítimos”, indicó en un comunicado.
El número dos del parlamento, del movimiento del líder chiita Moqtada Sadr, pidió por su parte al estado que “adopte las medidas necesarias” ante los ataques estadounidenses, al igual que la poderosa organización Badr, otro grupo armado pro-Irán.
Varios diputados han pedido además denunciar el acuerdo irako-estadounidense que autoriza la presencia de tropas de Washington en Irak, un país inmerso además en una revuelta contra el poder.
– Crisis social y política –
Desde el 28 de octubre hubo once ataques contra bases militares iraquíes que acogen a soldados o diplomáticos estadounidenses, un incremento sin precedentes en los lanzamientos de cohetes contra intereses estadounidenses en Irak.
Algunas de esos ataques alcanzaron las inmediaciones de la embajada de Estados Unidos en la llamada Zona Verde de Bagdad, una de las áreas más protegidas de la capital.
Un militar iraquí murió y varios resultaron heridos en los diez primeros ataques. En el undécimo, el viernes, falleció un estadounidense.
El balance podría haber sido mucho más alto porque altos cargos de la policía iraquí y de la coalición internacional antiyihadista tenían previsto reunirse ahí.
Los ataques contra intereses estadounidenses o bases proiraníes reavivan el temor de que Estados Unidos e Irán conviertan Irak en campo de batalla.
En los últimos Irán reforzó su influencia en Irak en detrimento de Washington, coincidiendo con una revuelta sin precedentes contra el poder.
Tras la dimisión del gobierno iraquí hace casi un mes, Irán y sus aliados en Irak tratan de imponer a uno de sus hombres en el puesto de primer ministro.
La inestabilidad política es consecuencia de la peor crisis social del país, en la que murieron cerca de 460 personas y 25.000 resultaron heridas.
Los manifestantes critican a las autoridades y a Irán y paralizan las administraciones y las escuelas en casi todas las ciudades del sur del país.
Desde el sábado consiguieron incluso interrumpir por primera vez en tres meses la actividad de un campo petrolero del sur, que produce 82.000 barriles de crudo al día.
AFP