En su explicación sobre cómo se desarrolló el capitalismo, Carlos Marx acuño la frase “acumulación originaria” para referirse a una etapa en la cual se formó históricamente la riqueza inicial a partir de la cual se desató posteriormente todo el proceso de expansión y crecimiento capitalista. Para Marx, ese fue el período en que grandes sectores de la población europea fueron expropiados por una minoría de sus medios de producción y de su riqueza, para luego dejarlos sin otra cosa que vender que su propia fuerza de trabajo. Frente a esa masa enorme y empobrecida de gente, se levantaría la burguesía y su capital que entonces habrían de explotarla inmisericordemente. Esa fase de expropiación habría sido barbárica, criminal.
Ese proceso de acumulación originaria que Marx describía me viene recurrentemente a la mente cuando pienso en lo ocurrido en Venezuela durante los últimos 20 años, en los que un país entero fue saqueado y expropiado de su riqueza, por un pequeño clan que ha acumulado así inimaginables fortunas. Fortunas alimentadas por toda clase de delitos. Horacio Balzac habría encontrado en esta historia de la formación de las fortunas chavistas, la perfecta aplicación para la frase que se le atribuye, según la cual, detrás de cada gran fortuna hay un crimen, porque ciertamente detrás de la gran fortuna acumulada en el régimen chavista hay un gran crimen cometido contra todo un país. A los perpetradores de este crimen se les ha llamado de diversas maneras; bolichicos, boliburgueses, neoburgueses. Todos nombres excesivamente amables para lo que son y lo que han hecho.
Habiéndose producido esa acumulación originaria, el capital necesita legitimarse, limpiarse la cara, para lo cual ha ido convirtiendo al país entero en una gigantesca lavadora. Hasta PDVSA, la otrora gran empresa productora de petróleo ha sido utilizada para lavar capitales. Para toda esa operación de lavado, la llamada dolarización de la economía ha sido muy conveniente. Se mezclan allí, como en rio revuelto, todo tipo de transacciones y flujos, de los más diversos orígenes: los pagos al régimen por el oro extraído también primitivamente del sur del país, hechos en efectivo y entregados en grandes containers; los flujos de las operaciones de todas las bandas criminales que operan desde el país, especialmente las dedicadas al narcotráfico; los montos que traen empresarios para remunerar parcialmente a sus empleados; las divisas que entran por remesas; los ahorros en divisas que gente de la clase media utiliza para hacerle frente al creciente costo de la vida, etc. Se calcula que el monto que circula en dólares en el país es hoy mayor al que circula en bolívares.
Luego está la necesidad de que esos capitales, presentándose ahora como fortunas decentes, bien habidas, puedan operar en un mercado tan libre como sea posible; sin controles de precios, sin restricciones para importar, ni de ningún otro tipo. Y esta puede ser una de las razones que explique esa repentina reconciliación que el régimen está mostrando con el mercado y hasta con el capitalismo más salvaje; lo que explique cómo, súbitamente, el país con mayores controles en el mundo se ha convertido en el del mayor laissez-faire posible. El régimen se desentendió de controles a favor de los cuales pasó años hablando y con los cuales destruyó gran parte del aparato productivo. Algunos piensan que es porque aprendió que no servían para nada. Pero es posible que sea mas bien por los nuevos intereses a los que responde. Por cierto que los controles han desaparecido de hecho, mas no de derecho, con lo cual el régimen mantiene una espada de Damocles sobre todos aquellos que puedan convertirse en actores problemáticos para su supervivencia.
En esa vuelta al mercado y también, como parte de ese blanqueo general de capitales, se están produciendo privatizaciones y otras formas de apertura al capital privado de las cuales seguramente vendrán muchas más. Privatizaciones al más puro estilo ruso, esas que se hacen sin ninguna transparencia, favoreciendo a los amigos del régimen.
El chavismo ha revivido a Marx, pero de una manera muy original e impensable. Porque no ha sido promoviendo los intereses y el bienestar de una clase obrera que por lo demás ha desaparecido, sino mas bien recreando en pleno siglo XXI y en el trópico, la historia según Marx de la acumulación originaria o primitiva, como también se le llama. Porque verdaderamente, y muy claramente en nuestro caso, ésta ha sido primitiva en mas de un sentido.
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