Definitivamente Cristina Kirchner decidió mantenerse físicamente alejada de Alberto Fernández: la Vicepresidenta desechó la idea de tener una oficina en la Casa Rosada y el Presidente insistió en ofrecerle un despacho justo enfrente, en el Banco Nación, pero tampoco aceptó y, así, rompió la tradición de los vicepresidentes apostados cerca del jefe de Estado, algo que históricamente ocurrió en la Argentina.
“No se trata de gestos sino de comodidad y practicidad”, resumió a Infobae un allegado a la Vicepresidenta al explicar que Cristina Kirchner prefiere seguir toda la actividad del Senado en el mismo Palacio del Congreso y no quedar alejada de ese mundillo. Incluso se menciona la idea de que siga utilizando las oficinas del Instituto Patria ubicado a pocas cuadras del Parlamento.
Un funcionario del Gobierno desechó de plano las especulaciones que indicaban que Alberto Fernández había dejado adrede sin oficina en la Casa Rosada a su compañera de fórmula. “No hay nada de eso. Simplemente nunca estuvo en la decisión de la Vicepresidenta tener un despacho en la Casa Rosada, ya que por sus funciones le resulta más cómodo quedarse en el Senado”, dijo la fuente oficial consultada.
Pocos días después del 10 de diciembre, Cristina Kirchner le comunicó a Alberto Fernández que no quería ocupar una oficina en la Casa Rosada. Al parecer, con esa decisión intentaba evitar que se hablara de un “doble comando” o se criticara su injerencia excesiva en las medidas presidenciales.
Sin embargo, se supo que Alberto Fernández insistió en que la Vicepresidenta tuviera una oficina cercana a su despacho. De hecho, ya se ordenó acondicionar un espacio para Cristina Kirchner en el Banco Nación, justo enfrente a la Casa Rosada. Se trata del mismo lugar que ocupó Amado Boudou durante toda la presidencia de Cristina Kirchner. Pero hasta ahora la decisión de la Vicepresidenta se mantiene: se quedará en el Senado y sólo pasará por Balcarce 50 para asistir a alguna reunión especial.
También se mencionó que cuando el Presidente tenga que viajar al exterior el despacho del Senado de Cristina Kirchner estará perfectamente preparado para actos protocolares. No se trata entonces de un problema de espacios ni de falta de comunicación entre el Presidente y su vice. De hecho, CFK cree que no hace falta tener un despacho en la Casa Rosada por las ventajas que ofrece esta época. “Hoy hay WhatsApp todo el tiempo”, dijo en tono irónico un ministro que ratificó el permanente contacto online que mantiene Alberto Fernández con la Vicepresidenta. No sólo esto. Los dos últimos sábados ambos mantuvieron largos desayunos de trabajo en la residencia de Olivos del que no trascendió nada. Sólo se supo que dialogaron extensamente sobre la gestión del Gobierno y los pasos a seguir.
Irrupción de la historia
Con la decisión de mantenerse en el Senado y alejada de la Casa Rosada, Cristina Kirchner rompió el molde histórico de los vicepresidentes que estuvieron siempre cerca del calor del poder.
Ya Juan Hortensio Quijano, vice de Juan Domingo Perón, tuvo despacho cerca del Presidente, a pocos metros de donde hoy se encuentra el Salón de Científicos en el primer piso de la Casa Rosada. Lo mismo ocurrió con el presidente radical Arturo Illia cuyo vicepresidente Carlos Perette solía estar varias veces por semana en su oficina de la Casa de Gobierno. Y fue una costumbre que los sucesivos presidentes democráticos mantuvieron.
En 1983, con el regreso de la democracia, Raúl Alfonsín le preparó también a Víctor Martínez un despacho contiguo al salón Eva Perón. El vicepresidente radical solía ocupar esa oficina e incluso se dirigía a la Sala de Periodistas acompañado por los Granaderos.
Eduardo Duhalde repitió el mandato histórico cuando era vice de Carlos Menem y en el segundo mandato del riojano Carlos Ruckauf se apegó a la tradición de concurrir una vez por semana a su oficina de vicepresidente en la Casa de Gobierno.
Durante la gestión de Néstor Kirchner el entonces vicepresidente Daniel Scioli reacondicionó el despacho que había utilizado Eva Perón y que cuenta con un balcón que da a la Plaza de Mayo. “Ahí tenía reuniones protocolares o recibía cartas credenciales ya que la mayor parte me la pasaba en el Senado”, recordó Scioli ante Infobae. En ese entonces la gestión kirchnerista mantuvo el escritorio de Eva Perón y el espacio fue pintado con un extravagante bordó.
Como vicepresidente de Cristina Kirchner, Julio Cobos conservó el mismo despacho de Scioli. La entonces encargada de la Unidad Presidencial, Patricia Gutiérrez, se encargó de reacondicionar el lugar sin hacer demasiados cambios. Aunque después de la crisis de la resolución 125 de aumento de retenciones al campo, cuando Cobos rompió lanzas con la Presidenta por su oposición a esa medida, no volvió a la Casa Rosada.
Amado Boudou trabajó desde el Banco Nación durante los cuatro años de mandato de Cristina Kirchner. Allí contaba con un amplio despacho que empleaba para actos protocolares y reuniones de trabajo cuando la Jefa de Estado se encontraba afuera del país. A la Casa Rosada cruzaba cada vez que tenía que ver a Cristina Kirchner, o para recibir a embajadores en reuniones protocolares.
Durante la gestión de Mauricio Macri, la vicepresidenta Gabriela Michetti utilizó una oficina en el primer piso de la Casa Rosada frente al Salón Blanco. Por ese despacho habían pasado los presidentes Carlos Pellegrini, Luis Saenz peña, José Uriburu, Julio Argentino Roca, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Saénz Peña, Victorino de la Plaza, Marcelo Alvear, José Féliz Uriburu y Juan Domingo Perón. También ocuparon esa oficina los vicepresidentes Alberto Tessaire, Francisco Isaac Rojas y finalmente Michetti. Durante muchos años fue ocupada por la Casa Militar, a cargo de la seguridad presidencial, y entre los años 2003 y 2015 ningún vicepresidente la pudo usar.
Ahora Cristina Kirchner cortará la tradición. Se mantendrá alejada de la Casa Rosada, aunque sólo será un elemento gestual del poder.