La usurpación venezolana está consolidando su política de las “malas compañías”. Por un lado, decide comprar la escasa dignidad, si es que la tenían, de aquellos diputados que se prestaron para el circo político que el régimen auspició el pasado 5 de Enero.
¿A quiénes buscaron? Nicolás Maduro hizo un casting para ver quiénes dentro de la bancada democrática en la Asamblea Nacional contaba con las características más empáticas con él, es decir, las ansias de poder, el apetito de dinero y la traición a flor de piel.
Maduro buscó lo peor dentro de las facciones democráticas venezolanas para comprarlas, para de esta forma fabricarse, a la fuerza, una oposición parlamentaria a su medida.
Los diputados traidores, que se aliaron con la bancada de los exdiputados del Psuv, son parte de la escoria política que se doblega ante un fajo de billetes verdes y otros beneficios mal habidos.
Sin embargo, fueron muy pocos los “acompañantes” que Maduro consiguió en su compra desmedida de voluntades y de dignidades. La inmensa mayoría de los parlamentarios se mantuvieron firmes para defender a la Asamblea Nacional y a la Transición.
Son ampliamente conocidas nuestra posición crítica ante varias actuaciones del Parlamento nacional, saben nuestro obstinado llamamiento a acciones más radicales, más decididas y más determinadas como la activación del artículo 187 numeral 11 de la Constitución Nacional y el apoyo del continente en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, no obstante tenemos que reconocer el papel decidido de los legisladores quienes no sucumbieron ante la tentación monetaria del régimen y luchan por retomar el control del Palacio Federal Legislativo.
El régimen venezolano no sólo le basta acompañarse con lo peor del parlamento sino que, jugando con candela, sale abiertamente a apoyar a la nación islámica de Irán en contra de los Estados Unidos, granjeándose unos “amigos” pocos confiables, y afianzando aún más la enemistad del titán del norte.
Nicolás Maduro no sólo se codea con tránsfugas, con traidores, con vendidos a precios de oferta, sino que entabla relaciones peligrosísimas con terroristas, con enemigos de la paz mundial, y con extremistas de toda índole.
La usurpación se regodea de la amistad de guerrilleros, fundamentalistas y no tarda en estrechar sus relaciones con el dictador de Corea del Norte.
Las “malas compañías” de Maduro son recolectadas en las cloacas, en los lodazales de la sociedad mundial. Las “malas compañías” del régimen son sinónimos de terror, de hambre, de miseria, de violaciones de los Derechos Humanos, de todas esas características que generan mucha comodidad al usurpador.
Frente a las malas compañías de Maduro, todos los demócratas de América tenemos que transitar la ruta del coraje para frenar la política de un usurpador que no sólo pretende destruir a Venezuela, sino que busca desesperadamente traer a nuestros continente el conflicto del medio oriente.