“El canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque”, (Carta de Marx a Engels de fecha 14-2-1858).
¿Fue Bolívar un dictador? Muchas veces lo fue. La primera vez la asumió cuando arribó a Caracas en el año 1813 como un conquistador otomano. Lo hizo luego de una blitzkrieg de apenas tres meses y un poco más saliendo de Cúcuta con un modesto ejército, más de tipo irregular que profesional, arribando a Caracas en agosto de ese mismo año. Los historiadores bolivarianos, en realidad sacerdotes de un culto laico del Estado, bautizaron la operación militar como: Campaña Admirable. En ese año Bolívar recibió el título de Libertador y desde entonces su ambición de gloria fue todo lo que le motivó a prevalecer contra sus enemigos, ya sean los partidarios de la Monarquía o los que estaban en su propio bando, tan peligrosos como los primeros.
Decimos esto porque Bolívar amó el poder absoluto y volvió a ser dictador cada vez que triunfaba militarmente. Lo hizo en Angostura en el año 1819 luego de la liberación de Guayana en el año 1817 y posteriormente luego de Boyacá (1819), Carabobo (1821) y Ayacucho (1824). Bolívar hacía creer a todos que respetaba las formalidades de un sistema de representación republicano, aunque basta con leer su correspondencia donde demuestra el arte supremo del disimulo, ofreciéndose siempre a renunciar al mando supremo cuando en realidad siempre se resistió a ello. Solo que en un teatro de violencia desatada e intrigas perennes jugar a la democracia también era una ilusión. Decimos todo esto porque Carlos Marx odió a Bolívar porque le asumió como un monarca tropical. Y en esto Marx no se equivocó. Tampoco le gustó mucho la procedencia aristocrática de Bolívar. Y finalmente: que le cayó antipático.
Esta antipatía y prejuicios de Marx representan un atentado metodológico para realizar cualquier investigación que sea. No se puede ser un historiador “objetivo” o medianamente equilibrado si sentimos aversión por nuestro objeto de estudio. En descargo de Marx es que el artículo que escribió en el año 1858 para una enciclopedia de los Estados Unidos fue por encargo. Y a Marx nunca le interesaron otros asuntos sino aquellos que tenían que ver con la Europa Occidental, el Primer Mundo de ese entonces, en donde vivió y se dedicó a estudiar la economía, historia, sociología y filosofía del capitalismo industrial de su tiempo. Para Marx, el asunto Bolívar y el de los procesos de la Independencia de la América del Sur fue algo anecdótico y superfluo completamente, una especie de Modo de Producción Asiático, es decir, una dinámica subalterna dentro de la rueda de una Historia Universal que sólo podía darse en países como Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos y Alemania. Marx, como todo europeo formado por Hegel fue un euro centrista a carta cabal.
¿Cómo pudo haber constatado Marx el periplo vital del Libertador sin haber puesto un pie en Venezuela? ¿Qué fuentes consultó? El mismo Marx sostiene que las fuentes que consultó fueron estas: Histoire de Bolivar par Gén. Ducoudray-Holstein, continuée jusqu’á sa mort par Alphonse Viollet (Paris, 1831); Memoirs of Gen. John Miller (in the service of the Republic of Peru; Col. Hippisley’s Account of his Journey to the Orinoco (London, 1819). De éstas tres fuentes sólo conocemos íntegramente la de Ducoudray-Holstein y es virulentamente contraria a Bolívar. La de Hippisley sólo parcialmente y tampoco es condescendiente con el caraqueño. La de Miller al parecer es admirativa aunque poca atención Marx le prestó. Ya esto aquí limitó el horizonte de Carlos Marx para tener un acercamiento más justo sobre Bolívar.
Injustamente Marx le atribuye a Bolívar una cobardía permanente y le tilda como el “General de las derrotas”. Esto último pudo haber sido cierto hasta el año 1818 porque luego de Boyacá (1819) hasta el año 1826 tenemos a un Simón Bolívar en la cúspide del triunfo político y militar no solamente en Venezuela sino en toda la América del Sur. Marx ante esto es mezquino, terriblemente mezquino. Luego le atribuye los triunfos de Bolívar a la “Legión Extranjera” conformada por ingleses, irlandeses, polacos y alemanes que arribaron al país en el año 1817 entrando por las bocas del Orinoco desde la isla de Trinidad hasta Angostura. En esto vuelve a ser injusto.
Hay todo un libro muy bien documentado de Edgardo Mondolfi Gudat: “El lado oscuro de una epopeya. Los legionarios británicos en Venezuela” (2011) dónde el autor hace trizas éste supuesto de unos legionarios expertos en el arte de la guerra y que permitió a Bolívar construir de la nada un ejército operativo y eficaz que le llevarían al triunfo final contra los partidarios de la Metrópoli.
Los mismos legionarios, en su mayoría oficiales y quienes pudieron sobrevivir en la guerra de exterminio de la Costa Firme, quedaron decepcionados porque lo que les prometió Bolívar y López Méndez, éste último el principal reclutador de casi todos ellos desde Londres: ascensos militares y recompensas monetarias, por lo general no se les satisfizo, inundando entonces a toda Europa de testimonios públicos contrarios a Bolívar. Testimonios estos que serían los que Marx utilizó. Si bien es cierto que hubo legionarios que ayudaron a ganar la guerra a Bolívar contra sus rivales monárquicos también es cierto que los actos de amotinamiento e insubordinación de los soldados extranjeros fueron un mal endémico como lo establece Mondolfi Gudat en su libro. Además, y esto sí es un dato sorprendente, la mayoría de los 6000 “legionarios” extranjeros que arribaron a Venezuela fueron civiles que estaban desempleados. Así que la tesis de Marx acerca del papel decisivo de los militares extranjeros para ganar la guerra habría que desestimarla por carecer de una base histórica sólida. Marx fue un europeo que ve el mundo desde un pedestal y todo lo que no esté relacionado con Europa y su civilización son mundos bárbaros y periféricos que desdeñó.
Otro aspecto que Marx toca es que siempre que menciona un enfrentamiento bélico entre Bolívar y las tropas realistas son estos últimos los que presentan una mayor vulnerabilidad, cuando en realidad, sucedió lo contrario. Castillo, Páez, Brión, Piar, Morales, Morillo, La Torre son hombres con mayores virtudes políticas y militares que Bolívar. Para Marx, Bolívar fue un felón y oportunista. No le concede ningún mérito, ni siquiera en la victoria.
Este ensayo biográfico de Marx es además bastante ligero en el manejo de la sociología de la época: no hay un solo señalamiento a las tensiones entre los grupos sociales ni referencias al comercio o la economía local ni Atlántica, siendo Marx, el padre de la economía política moderna. Tampoco hay análisis sobre la geopolítica de ese tiempo ni la europea y mucho menos la americana en torno a un Mar Caribe eje y encuentro de todas esas rivalidades. En esto Carlos Marx quedó raspado.
El Bolívar de Carlos Marx hubiera pasado sin pena ni gloria si lo hubiese escrito un autor anónimo. Pero como se trata de Marx y Bolívar se montó todo un escándalo, una auténtica guerra civil ideológica. Marx, que para nosotros es un liberal, aunque feroz crítico de la explotación económica a escala mundial de los países capitalistas del siglo XIX, es el abanderado de la causa proletaria habiendo triunfado ésta inesperadamente en la Rusia de los zares en el año 1917 cuando la previsión de Marx siempre fue Alemania. Desde entonces el pensamiento de Carlos Marx está asociado a las luchas populares y de la descolonización. Obviamente que a Marx la mayoría de los “operadores políticos” le han desvirtuado empezando por Stalin, Mao y Castro por solo señalar a los más famosos, despóticos y crueles.
Bolívar, un militar, aborrecido por casi todos sus partidarios al final de su vida y que muere en una playa en Santa Marta antes de partir al exilio es recuperado por Páez, jefe en Venezuela, a partir del año 1842 cuando sus restos fueron repatriados hasta Caracas. Páez entendió que el Bolívar muerto le era útil para la elaboración de una identidad nacional mitológica alrededor de las hazañas del caraqueño. Desde entonces Bolívar ha sido la identidad nacional de Venezuela y ha servido de justificación para todos quienes han asaltado el poder y no lo quieren abandonar. Hay tantos bolívares como ideologías. Marcos Pérez Jiménez fue bolivariano y los movimientos guerrilleros colombianos también. Cada quién construyó un Bolívar hecho a su medida. Es por ello que el Bolívar “popular” y marxista nunca pudo haber sido cuestionado por el mismísimo Carlos Marx. A la hora de la verdad Marx y Bolívar han sido víctimas de la ideología como falsa conciencia. Si ambos pudieran volver a renacer repudiarían militar en las banderas, colores y símbolos de los partidos marxistas y bolivarianos que han inundado al mundo de parte de tantos seguidores oportunistas y fanáticos.
Fíjense como son las cosas cuando se trata del pensamiento humano: la primera vez que leí el texto de Marx sobre Bolívar me pareció una lúcida síntesis de nuestra guerra de independencia y así lo estuve “celebrando” hasta el día de hoy. Ya no pienso lo mismo y mí evaluación del escrito de Marx es muy otro: es un texto argumentalmente pobre, históricamente hablando, más allá de las controversias producidas en torno a las descalificaciones que ahí hizo Marx de Bolívar.