El Reino Unido abandona la Unión Europea (UE) este viernes 31 de enero para adentrarse en el incierto futuro post-brexit, que constituye su alteración geopolítica más importante desde la pérdida del Imperio y asesta de paso un golpe a los 70 años de esfuerzos por forjar la unidad europea a partir de las ruinas de dos guerras mundiales.
El país se escindirá una hora antes de la medianoche del club al que se unió en 1973, trasladándose al limbo que constituye el período de transición acordado hasta finales de este año, durante el que Reino Unido se mantendrá dentro de la UE a todos los efectos salvo en términos nominales.
De un plumazo, la UE se verá privada del 15% de su economía, de su mayor presupuesto militar y de la capital financiera internacional de Londres. El divorcio dará forma al destino del Reino Unido para las generaciones venideras y determinará su fortuna.
“Este es el momento en que rompe el alba y se levanta el telón de un nuevo acto”, dirá en un discurso televisado el primer ministro del país, Boris Johnson, aunque ha dado pocas pistas sobre sus planes para después de la consecución del brexit más allá de unas palabras alentadoras.
“Este es el amanecer de una nueva era”, dirá Johnson, uno de los principales líderes de la campaña a favor de la salida de la UE en 2016.
Más allá del simbolismo de darle la espalda a 47 años de pertenencia, poco cambiará realmente hasta finales de 2020, momento para el que Johnson ha prometido que se habrá logrado un amplio acuerdo de libre comercio con la UE, el mayor bloque comercial del mundo.
Para los partidarios del brexit, es el “día de la independencia” soñado para un Reino Unido que escapa a un proyecto que, en su opinión, está dominado por los alemanes y que está defraudando a sus 500 millones de habitantes.
Reino desunido
El referéndum sobre el brexit de junio de 2016 mostró una nación dividida sobre otros asuntos además del de Europa y desencadenó un cuestionamiento de todo tipo de cuestiones, desde la secesión y la inmigración hasta el capitalismo, el imperio y la esencia del carácter británico en los tiempos modernos.
Tal fue la gravedad de la crisis del brexit que causó asombro entre aliados e inversores de un país que durante décadas fue considerado un pilar seguro de la estabilidad económica y política de Occidente.
En clave interna, el brexit ha puesto a prueba los vínculos que unen al Reino Unido: Inglaterra y Gales votaron a favor de abandonar el bloque, pero Escocia e Irlanda del Norte votaron a favor de quedarse.
De modo que, en el “Día del brexit”, algunos celebrarán y otros llorarán; pero muchos británicos no harán ni lo uno ni lo otro.
Johnson presidirá una reunión de su gabinete en Sunderland, la primera ciudad en declarar el apoyo a la salida de la UE en el referéndum de junio de 2016. Los partidarios del Brexit lo celebrarán en Parliament Square, mientras que algunos detractores también se congregarán.
La bandera del Reino Unido en el edificio del Consejo Europeo en Bruselas se arriará a las 7 p.m. (1800 GMT) del viernes, para ser guardada junto con las banderas de los países no pertenecientes a la UE.
El Parlamento Europeo planea colocar una de sus banderas británicas en la Casa de la Historia Europea, un museo cercano que muestra la historia del continente desde la Revolución Francesa de 1789.
Tras los fracasos reiterados de los partidarios de seguir en la UE para unirse y organizar o ganar unas elecciones, la principal esperanza de los eurófilos es que el impacto económico de la partida convenza a una nueva generación de volver al seno europeo.
Entre los europeos de los 27 miembros restantes de la UE, algunos se despiden con pena, otros respaldando el brexit y otros con la esperanza de que regresen.
“Siento mucho que el Reino Unido se vaya. Creo que es algo muy, muy malo para Europa, para el Reino Unido, para todos”, dijo Sara Invitto, de Milán. “¡Adiós!”. REUTERS