Bye Bye Europe: Bonjour tristesse, por Antonio Sánchez García @sangarccs

Bye Bye Europe: Bonjour tristesse, por Antonio Sánchez García @sangarccs

Un bus de pasajeros pasa frente a una manifestación en favor del Brexit en Londres. Septiembre 30, 2019. REUTERS/Peter Nicholls

 

Viví durante los años sesenta en la Alemania de la pos guerra, cuyos mejores espíritus de la cultura y la academia, apostaban a la erradicación del nazismo, el fin del nacionalismo patriotero, que alimentaba el virus del fascismo, y planteaban la creación de un gran foro paneuropeo, democrático y liberal. Bajo el amparo del libre mercado. Admirando, como era lógico, la propuesta de Robert Schuman, ministro francés de relaciones exteriores, quien sentara en 1950 las bases de lo que posteriormente llegaría a ser el cumplimiento de sus sueños: la creación de la Unión Europea. Que más por razones geográficas que políticas replegó a los ingleses en sus Islas Británicas.

Fue un inmenso, un gigantesco paso adelante en el proceso civilizatoria de esa Europa que viviera por prejuicios y desentendimientos seculares ados guerras mundiales y que en una soberbia muestra de reacción conduciría a la creación de la Unión Europea. Reducida originalmente a su ámbito económico, pero que pronto adquiría identidad política propia, incluso su propia moneda, el Euro. Que recibiera un gran espaldarazo con la incorporación de Inglaterra, convirtiéndose así en un importante y decisorio factor de política global.

La Europa continental ha resistido las presiones nacionales; la Unión Europea ya pertenece a la realidad incontestable. Pero Inglaterra jamás terminó de acomodarse a una realidad que contravenía siglos de hábitos insulares. A pesar de haber sido la clave maestra que salvó a Europa y al mundo de caer en las garras del nacional socialismo hitleriano. Winston Churchill constituye para muchos, el más grande héroe de la modernidad. Y la deuda que Europa y Occidente mantienen con Inglaterra jamás podrá ser saldada.

Todo ello explica que el título de la famosa novela de Francoise Sagan, Bonjour Tristesse, Buenos días Tristeza, Good Morning Sadness, haya estado desde hoy, 1 de febrero, en todos los corazones. Fue el sentimiento que despertara la acción de arrear las banderas inglesas de todos los organismos públicos de la Comunidad Europea. “Hemos despertado con la angustia de haber dejado de ser europeos” – fue el comentario de los ciudadanos más conscientes, expresados en los artículos de la prensa europea. Y esa suerte de amputación auto inducida calará hondo y se hará más urgente, a medida que los efectos de esa huida hacia la soledad, desea suerte de divorcio político provoque sus primeros efectos.

Leo en El País una crónica de Juan Cruz desde Londres que destaca, entre otras, las declaraciones de una venezolana, María Rita Fernandes, que lleva aquí 21 años, trabaja cuidando niños y tiene más claro que los que jalean la Union Jack la razón por la que el Brexit tiene razón. Según ella, “la UE es un engaño liberal que le permite a filocomunistas y pedófilos dictar leyes”. La Europa que abandona Gran Bretaña, es “una unión de dictadores que ha dañado a la sociedad británica no respetando sus raíces. Es mentira la Unión, es un escondite de criminales, como España, donde se resguardan los hijos de Chávez”.

No pudo haberlo expresado de manera más clara y categórica. La Unión Europea ha sido el refugio de la canalla castrista, socialista y podemita, el principal respaldo occidental a la tiranía cubana y un factor de indiferencia ante la tragedia venezolana. En dicho sentido, los ingleses tienen razón: “más vale solos que mal acompañados”. Que les vaya bien.

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