Muchos son mis exalumnos, otros colegas en el ejercicio docente o del derecho, algunos decanos en la facultad de derecho, y presidentes de salas en el TSJ, de quienes guardo de ellos su record en mis materias, que dicho sea de paso, se mantiene en avanzada y progreso, a pesar de la sordina que algunos magistrados han querido eludir, creando jurisprudencias, no horribles, sino horrorosas, que desdicen de la fanfarria que quieren imponer con el apoyo “irrestricto” y mordaz que dan al régimen del chavismo, ahora madurista.
Dice la leyenda del monstruoso y falaz Tribunal Supremo de Justicia, que no hay que buscar el “mogote” que muestran los magistrados con aquel ¡Uh Chávez no se va!, sino que el mogote lo muestran con su contoneo, que impulsan al andar, pero más notorio, cuando al querer manifestar su “sabio proceder de jurista”, ponen la misma “plasta” que anunció Chávez el día que admitieron la sentencia de absolver a los cuatro generales el 14 de agosto de 2002.
Y aunque quisieron confundir al “plebeyo” con el cuento de que fue una sentencia para evitar males peores, debemos sacar a luz la verdad del antejuicio de mérito, cuando logramos probar que el delito de rebelión militar adolece de la “simple falla” de imperfección, cuando al examen del nullum crimen nulla poena sine lege, caemos en la sabiduría del derecho, que el legislador se “confundió”, como lo hacen hoy estos magistrados, percatándose de que ese delito del Código de Justicia Militar no tiene pena a aplicar, sin embargo, injustamente por mucho tiempo fueron condenados militares y civiles a la picota de 27 años de prisión, que no están contemplados en el Código. ¡Injustos, no, ignorantes!
De oficio, le decimos a los magistrados del TSJ, cuando les exigimos, por no rogarles que es la costumbre del ético adulador, que alguna vez en esta vapuleada leyenda del súper poderoso Poder Judicial, que mantiene su poder con las garras del presidente, hoy usurpador y con las armas desviadas del ministro de la defensa, que no ha querido entender, que las falsedades de legalidad y constitucionalidad que han impulsado el TSJ y la manida Asamblea Nacional Constituyente, no tiene valor real ni jurídico y que tarde o temprano serán puesta en el lugar de inconstitucionalidad que le corresponde de un verdadero Estado de Derecho y de Justicia.
Es grave, y así deben entenderlo los mandos militares en todos los niveles, que no por orden superior, no porque estos entes constitucionales o no le den fortaleza de verdad jurídica a órdenes y jurisprudencias irracionales e ilógicas, ellas perduran en el tiempo y seguirán siendo ley. No es así en doctrina y en la verdad el derecho, todos esos mamotretos como la reciente “Ley Constitucional de la FANB”, aunque se les quiera dar validez como veraces leyes constitucionales, no lo son, tanto por su origen, que es de un órgano como la ANC, que si la aceptáramos, sería un órgano cuya facultad es solo para reformar o elaborar una nueva constitución, porque si partimos de que estamos en un Estado constitucional, la vigente CRBV no contempla ese adefesio y da la función constitucional solo a la Asamblea Nacional en su artículo 168; en ningún caso puede asumir esta llamada ANC la función de legislar. En todo caso, si admitimos su existencia como constituyente, cualquier norma que apruebe debe ser llevada a referendo consultivo al pueblo y eso es mucho pedir.
Este el meollo que llevamos a los magistrados del TSJ, para que demuestren ser juristas, y “de oficio” con la verborrea de siempre, declaren irrita y nula esta supuesta ley constitucional de la FANB, elaborada por mentecatos militares, que presentó por ignorancia el general Vladimir Padrino López.
¡Hemos dicho! ¡Si quieren más argumentos, estamos a la orden! ¡Dios, patria y fe, es la consigna!