Las fiestas de Carnavales son sinónimo de disfraces, pero el continuar con esta tradición se ha convertido en un gran reto para la familia venezolana, que debe debatirse entre comprar alimentos o complacer a los más pequeños de la casa.
Por Heilis Oriana González / 2001
Esta temporada de carnavales 2020 será para padres y representantes un gran esfuerzo económico, además de la búsqueda constante de los disfraces exigidos por los pequeños.
La mayoría de los locales dedicados a vender estos trajes también se han visto en la necesidad de incluir más accesorios pintorescos alusivos a las fiestas para atraer a más clientes.
El sociólogo Leoncio Barrios manifestó que “los carnavales son una buena oportunidad para recuperar la cultura de crear los disfraces en familia como en los años 1940 y 1950, donde comprar era una opción lejana”.
Barrios sugirió a los padres y representantes que “disfruten de hacer trajes con material desechable y mucha imaginación, incluyendo a los niños, motivándolos a crear ellos mismos”.
El sociólogo criticó la compra de disfraces y la considera “una transculturización. Hemos adoptado culturas de diferentes países, que no es malo, pero no debemos dejar atrás nuestras raíces”.
El experto considera que “el disfraz en un juego de imaginación para parecer ser otra persona, súper héroe o princesa”. También recomienda que “las escuelas deberían recuperar la creación de comparsas y parrandas donde incentiven a los padres y niños a propuestas de trajes o disfraces con material reciclable, donde no tengan que hacer mayor inversión”.
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