Tardó el régimen en responder y lo hizo mediante un hombre que actúa al mismo tiempo como fiscal, juez y jefe policial. Diosdado Cabello el miércoles 4 de marzo lanzó sus acusaciones contra gente que trabaja con Guaidó y el resultado fue que sin que mediara la actuación de un fiscal o una orden de detención, a una persona le allanaron su vivienda y se la llevaron detenida, sin hubiese una orden de un tribunal. Para completar la faena, el día siguiente, Jorge Rodríguez, haciendo como el boxeador que se trata de sacar un gancho al hígado, se presentó ante los medios con videos forjados para tratar de torcer los hechos y decir que la agresión a Juan Guaidó y las personas que estaban con él la hizo el mismo Guaidó.
Se trata de cinismo erigido en fórmula de gobierno. Esto se cuenta y no se cree. Pero todo esto obedece a una política con una tecnología refinada unas veces y burda en otras, para reprimir e infundir miedo para procurar que el pueblo descontento se refugie en sus casas en una tranquilidad sepulcral mientras el hambre y las necesidades lo golpean. Esa tecnología ha sido importada desde La Habana y Moscú donde se ha practicado durante años para someter a los pueblos. Y todo en la creencia de que están haciendo una revolución cuando en realidad lo que han hecho es destrozar a un país y fomentar una desigualdad social sin precedentes.
Para disgustos de estos tecnólogos de la represión y la barbarie, los ciudadanos de Venezuela siguen de pie y no se dejan doblegar ni por la máquina represiva del régimen ni por su aparato propagandístico. El régimen más anti popular que haya existido en esta noble nación será derrotado por la vía democrática, como corresponde y con ello reinará la justicia, la prosperidad y la equidad.