Duras y sacrificadas fueron las jornadas de protesta de 2017, ante la feroz represión de la dictadura buen rato atrás desenmascarada. Heridos, mal heridos y muertos, fue el saldo consabido que se unió a los mil de detenidos de entonces.
Por Luis Barragán
En el fragor de un combate cívico y pacífico, surgieron grupos heroicos de médicos y paramédicos que se organizaron espontáneamente para auxiliar y atender con toda la rapidez posible a quienes caían frente a algo más que arcabuces en una contienda tan desigual. Estudiantes y profesionales de la medicina, junto a otros voluntarios que los movilizaron, cumplieron con una hazaña inédita, distinguidos por cruces azules, verdes o de cualquier otra coloración, dejando notariada la inexplicable e inaudita ausencia de la Cruz Roja Venezolana en medio de la tragedia.
Después, a principios de 2019, ocurrió todo lo sabido con la ayuda humanitaria en Venezuela. Reapareció la Cruz Roja Venezolana como aliada del régimen para administrarla, escribiendo páginas muy tristes. No obstante, recientemente, surgió un sorpresivo proyecto de acuerdo a favor de esa entidad y de Mario Villarroel, en el parlamento.
Un día antes de celebrarse la sesión del 4 de los corrientes, nada se dijo de semejante iniciativa en la reunión de la junta directiva con los representantes de las distintas fracciones que hacen vida en la Asamblea Nacional. Por supuesto, apenas mencionado en la sesión, saltamos de nuestra butaca en rechazo de semejante iniciativa que motivó el voto salvado de la Fracción Parlamentaria 16 de Julio, por razones de fondo, como las enunciadas, pero también por las que tienen que ver con el procedimiento parlamentario y la propia metodología empleada por los grupos de trabajo asamblearios.
Esta bofetada a la memoria de los caídos y de los que aún caen en el curso de la catástrofe humanitaria, la rechazamos. El diputado ponente, luego, nos comentó en privado que cumplió con una tarea encomendada por su fracción, pero no nos satisfizo ésta o cualquier otra justificación.