El régimen chavista de Nicolás Maduro prohibió las aglomeraciones públicas para evitar la propagación exponencial del COVID-19 pero en las Tiendas Clap, comercios privados propiedad de Alex Saab que sustituyeron a Abastos Bicentenario, cientos de personas deben esperar largas horas bajo el sol con la esperanza de adquirir insumos básicos para sobrevivir a la pandemia.
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El otrogamiento de números para regular a los visitantes no ha cesado, inclusive a riesgo de padecer una crisis sanitaria de envergadura que el propio Maduro pretende evitar.
“¡No hay sistema!”, es una de las tantas excusas que ofrecen los operarios cuando el servicio se ve interrumpido.