Ni plátanos, ni papas, ni papel higiénico…terror en los supermercados británicos

Ni plátanos, ni papas, ni papel higiénico…terror en los supermercados británicos

Clientes en un puesto de comida en Borough Market en Londres mientras continúa la propagación de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), en Londres, Gran Bretaña, 18 de marzo de 2020. REUTERS / Hannah McKay

 

No hay plátanos, ni patatas, ni pollo y tampoco papel higiénico…, estanterías vacías en los supermercados británicos como si una marabunta hubiera pasado, pero no, son las compras causadas por el pánico de la gente ante el avance veloz del coronavirus que ha puesto en jaque al mundo entero.

Al igual que en otros países, estas imágenes del aparente desabastecimiento de alimentos son una clara señal de que la población del Reino Unido está muy inquieta y se prepara ante un eventual aislamiento que puede durar semanas o meses.





Aunque el Gobierno británico no ha impuesto medidas draconianas de encierro domiciliario obligatorio como en España, Francia o Italia, dado que las cifras de contagiados y muertos no son tan elevadas como en esos países, la población tiene claro que lo peor está por venir y que, como en una guerra convencional, hay que tener alimentos ante la larga espera para derrotar o reducir a un enemigo invisible y silencioso, pero muy peligroso para los más vulnerables.

LOS SUPERMERCADOS CON ESTANTERÍAS VACÍAS

Cada mañana llegan a los supermercados los camiones con la mercadería, pero en apenas una hora o una hora y media “no queda nada, se vende todo”, dijo a Efe Sham, el responsable de una importante cadena británica de supermercados.

“Las cosas no desaparecen de las estanterías, se venden”, afirmó este encargado al describir la visible inquietud de la población, pero sonriente y tratando de ponerle buena cara a la crisis.

Sami, uno de los empleados del supermercado, contó a Efe la nueva situación mientras colocaba en los congeladores los pocos alimentos que habían quedado en los depósitos del establecimiento.

“Hay filas por la mañana, llegan las entregas y en poco tiempo la gente se lleva todo. Hay mucho pánico de compra”, explicó.

Con el papel higiénico, un producto que ya es un “lujo” tener en casa, Sami dijo que hay hasta “forcejeos” entre la gente para hacerse con un paquete, y “los clientes no piensan que es una actitud peligrosa porque te puedes contagiar” del COVID-19.

Los supermercados piden a la gente que evite comprar más allá de los necesario y muchos se han visto obligados a racionar los productos…dos paquetes de jabones o dos de papel higiénico.

EL IMPACTO EN LA ECONOMÍA ANGUSTIA AL PEQUEÑO NEGOCIO

El parón económico que el coronavirus ha provocado en todo el mundo inquieta a los dueños del pequeño negocio, como cafeterías o peluquerías, que han visto una caída de la actividad de hasta un 45%, después de que el Gobierno de Boris Johnson recomendase no acudir a lugares concurridos y mantuviera la distancia, de unos dos metros, con otras personas para evitar el contagio.

Para Robert, dueño de una peluquería de un barrio del norte de Londres, la situación “da mucho miedo” porque no sabe cuánto tiempo podrá durar ni si podrá mantener abierto su salón.

“He tenido muchísimas cancelaciones. Hay que pagar facturas, la hipoteca. Puedo aguantar así unos tres meses, pero después tendré que aplicar un plan B”, relató este peluquero mientras había en su salón una clienta, que esperaba que le cortara el pelo, de las aproximadamente cinco que tiene en un miércoles normal de trabajo.

Igual está otra peluquera, Joe, que con el rostro blanco por la preocupación, admitió que puede verse obligada a cerrar.

“Tengo miedo. No sé si podré seguir aquí. Si nos encerramos (como en Italia o España), no puedo venir a trabajar y la dueña del edificio va a querer que le pague el alquiler. Me veo perdiendo mi negocio”, admitió Joe, que lleva más de 25 años en su salón.

Frente a esta peluquería, cruzando la calle, la situación es parecida para Darío, dueño de una cafetería que normalmente está abarrotada de gente que toma el desayuno o el almuerzo.

“La actividad ha bajado entre un 25% y un 30%, por ahora es controlable y los suministros están bien, no es la locura de los supermercados, pero no sabemos lo que puede pasar”, explicó. EFE