La reina Isabel II, de 93 años, abandonó este jueves el palacio de Buckingham, en Londres, para instalarse en el castillo de Windsor, a las afueras de la capital británica, como medida de precaución ante la propagación del COVID-19.
Acompañada por sus perros corgis, la soberana británica, que llevaba un chaleco azul, fue conducida en automóvil desde el palacio hasta su residencia de fin de semana.
La jefa de Estado británica tenía previsto establecerse en Windsor, ubicado en el condado de Berkshire (oeste de Londres), la próxima semana con motivo de su periodo de descanso de cara a la Semana Santa, pero, dada su avanzada edad y ante la extensión de coronavirus, se decidió adelantar su traslado, según los medios.
La reina y el primer ministro británico, Boris Johnson, han optado por mantener por teléfono sus contactos semanales, que normalmente tienen lugar los miércoles en el palacio de Buckingham.
Al salir del palacio en un vehículo oficial, se pudo ver a la reina acompañada por Candy y Vulcan, sus dos corgis.
Los medios informan, además, de que el marido de Isabel II, el duque de Edimburgo, de 98 años, fue llevado en helicóptero al castillo de Windsor desde la residencia de Sandringham, al sureste de Inglaterra, donde descansaba en los últimos meses, para estar con la reina durante el descanso de Semana Santa.
El palacio de Buckingham anunció esta semana que Isabel II cancelaba sus tradicionales fiestas de jardín (“garden parties”), que ofrece a algunos súbditos cada verano, y que se instalaría antes de lo previsto en Windsor.
La Casa Real británica también indicó que es probable que la soberana permanezca en Windsor “más allá de Semana Santa”, a principios del próximo mes de abril. EFE